2. GRUPOS DE ‘ISRAELITAS’ Y ‘JUDÃOS’ REPATRIADOS DE BABILONIA
1. Los ‘israelitas’ y ‘judÃos’ exiliados no fueron “la multitud del puebloâ€, sinó la casa real, los principales ‘nobles’ y funcionarios, los sacerdotes de cierto relieve y los ciudadanos notables por su poder económico o su sabidurÃa yahwihsta.Â
Los que retornaron fueron miembros de esas ‘clases’ sociales però en unos espacios temporales dificiles de determinar. El número parece ser de más de diez mil personas en 598 a. C.  y, parecerÃa, otras tantas en 587 a. C. El retorno, escalonado en perÃodes largos y algo complicados, quizás doblarÃa como mucho el número de las dosnsalidas iniciales que hemos indicado. Pero algo queda muy claro, se trata de una verdadera minoria respecto a la población inicial del territorio palestino.Â
Sin embargo, la sagacidad escriturÃstica ofeció o inventó credenciales genealógicas no siempre secundum legem para otras persones durante el siglo V a. C.  (Esd 2, 59-63; Neh 7, 61-65). En Babilonia los responsables, ancianos y sacerdotes judÃos, eleboraron listas genealogicas de los miembros legÃtimos de la comunidad y las mantuvieron al dÃa. El Libro de Ezaquiel amenaza en esta miasma lÃnia a sus adversarios (Ez 13, 9): ni inscripción en el “libro de la casa de Israel†ni retorno a la patria. Ese “libro de la casa de Israel†eran listas de familias/casas, pero también de bienes inmuebles. Pero, esas listas eran enmendadas y manipuladas por motivos polÃticos. La eliminación de elles comportaba la pérdida del derecho al ‘retorno’.
2. En esa inseguridad sobre la legalidad, la economia, la polÃtica y la religión, se sitúan los documentos que suministran unos datos, en apariencia precisos. Son listas de refugiados con coincidèncias, però también con variantes clamorosas, tanto las de Esdras como las de NehemÃas. Es cierto que son libros tardÃos y plagados de equÃvocos, involuntarios y voluntarios. Pero las “listas de los sionistes†tienen algunes posibilidades de ser fiables, de deribar de documentos originales. Ese conjunto de listas suman varios grupos de repatriados: el de Zorobabel, el de Josué, el de NehemÃas, y otros. Las variantes de algunas cifras entre las diverses versiones se deben a que eran una especie de fichero constantemente actualizado. Se trata de una deocumentación que pese a su importante consecuencia legal, puede ser auténtica o absolutamente falsa.Â
Los números varÃan, algunos grupos no son tenidos en cuenta y los sumandos no corresponden con el total de la suma. Allà aparecen registrados casi veinticinco mil laicos y otros casi cinco mil individuos entre sacerdotes y personal subalterno del templo, más cerca de siete mil quinientos siervos. Toodo ello suma unas cuarenta mil personas. Si damos rda lista por buena, se tratarÃa casi del doble de los que fueron deportados en tiempos de Nabucodonosor.
3. Pero el anáisis topográfico resulta muy interesante.Â
1.     Gran parte de los repatriados proceden de Jerusalén (es decir, sus abuelos residÃan alli; y esto vale para todo el personal relacionado con el culto.
2. O de las pequeñas ciudades y aldeas de Judea (territorios tribales de Judá y BeniamÃn). Las cifras de los asentamientos menores (o sea, exceptuando Jerusalén) son modestas, señal también de fiabilidad: por ejemplo 123 de Belén, 62 de Ramay Gueba, 122 de Mijmas, 223 de Bétel y Ay, 345 de Jericó, etc. A diferencia de estos pequeños grupos originarios de ciudades pequeñas (calificados unas veces de “hijos de†y otras de “varones deâ€), los grupos más importantes son definidos por su clan o epónimo de origen (siempre “hijos de†más un nombre de persona).
Parecen todos de Jerusalén, y surge una gran pregunta: ¿Cómo llegaron a constituirse estos clanes tan numerosos? En algun caso se trata de un jefe de grupo, que ha registrado como si fuera su clan a toda la caravana de repatriados encabezada por él. Luego hay algunos grupos numerosos con especificación de su procedencia geogrà fica. También hay grupos no genealógicos, que son aceptados como israelites auténticos. De unos pocos elementos, unas 650 personas, se dice que no estan en condiciones de demostrar su pertenencia a clanes israelitas, pero fueron agregados, aunque en una posición marginada. Asà pues, la mayor parte de los repatriados laicos son registrados por corporaciones gentilicias sólo en apariencia, pues en realidad, derivan de las modalidades organizativas del reclutamiento de repatriados.
La tierra de Judá a la que regresaron los repatriados era esencialmente la del reino de SedecÃas, no la del reino más extenso de EzequÃas, de Manasés, o de JosÃas. Los grupos ‘topográficos’, con los documentos de propiedad de las tierras de sus abuelos en la mano, eran unos pocos centenares; la mayorÃa era de origen topográficamente oscuro, y se volcó en su totalidad sobre Jerusalén.
4. Aquà aparece aalgo muy importante. La re-constitución de un “núcleo nacional†judaico se produjo, pues, también, en parte, a través del regreso de los desterrados, y, en una parte mayor, con el paso del tiempo, a través de su acumulación y su crecimiento in loco. En el territorio en el que se reasentaron, BenjamÃn y el norte de Judá, si los repatriados eran relativamente pocos, los que se habÃan quedado tampoco debÃan de ser muchos. Respecto a ellos cabÃan dos estrategias, una de avenencia y de fusión, y otra de rechazo. Tenemos indicios de la existencia de un serio debate al respecto, pero las fuentes que conservamos son por lo general fruto de la postura partidaria del rechazo, que fue la que se impuso. Importante era la cuestión jurÃdica en torno a la posesión de las tierras, de las cuales los repatriados debÃan de tener tÃtulos de propiedad, pero que habÃan sido ocupadas por los que permanecieron. Las fuentes posteriores, especialmente las de redacción sacerdotal, pasan por alto estos aspectos materiales, prefiriendo sublimar a nivel ideológico el rechazo de los que se quedaron, como si les estuviera bien empleado debido a su ‘mezcla’, matrimonial y cultual, con los idólatras no yahwehÃstas.
5. Pero a la hora de valorar el triunfo de los que volvieron y la marginación de los que se quedaron conviene recordar el estatus social y el peso cultural de cada grupo.
· Los deportados habÃan sido gentes que pertenecÃan a los cÃrculos palaciegos, la clase ‘polÃtica’, el personal del templo de Jerusalén, sacerdotes y escribas, y los propietarios de tierras.
· Los que se habÃan quedado eran los miembros de las comunidades de aldea, los campesinos pobres y los siervos que los babilonios habÃan dejado en su sitio para que cultivaran la tierra.
· Los ‘repatriados’ habÃan elaborado durante el destierro una ideologÃa ‘fuerte’, basada en el nuevo pacto, en el exclusivismo yahwehÃsta, y en “el resto que vuelve†(Is 7, 3; 10, 21). TenÃan una determinación fanática, contaban con jefes y con una estructura paramilitar, tenÃan una clase culta, los escribas que regresaron de Babilonia e introdujeron en Palestina la escritura aramea en sustitución de la fenicia, disponÃan de medios financieros, y contaban con el apoyo de la corte imperial.
·      Los que permanecieron eran incultes y analfabetos, estaban disgregados y carecÃan de lÃderes, eran pobres y no tenÃan esperanzas, ni proyectos, ni Dios. El resultado del enfrentamiento estaba claro desde el comienzo.
Jaume González-Agà pito