MI ENFERMEDAD Y JESÚS CURADOR
- La enfermedad es algo que incide en mî y que me afecta en lo mas profundo del ser en mi existencia. Experimento en la enfermedad mi propia limitación y mi real contingencia. La angustia, el insondable destino, la soledad, el dudoso porvenir, el abatimiento, el vértigo de la vida y la ferocidad de la muerte, el desánimo e incluso la desesperación, con la tentación del suicidio.
- La enfermedad me limita existencialmente en ese misterio de la contingencia que es el tiempo. Todo es relativo, casi todo circunstancial y muy transitorio. “Tempus fugit. Verba volant”. Yo, en mi utopía, busco lo ‘perpetuo’, lo ‘inamovible’ y lo ‘eterno’. Lo busco yo, que soy efîmero y temporal.
- Enfermo de esperanza es el que vacila en la fe. Es en el misterioso sufrimiento, en el que encuentro la significación de Jesús el Cristo, gran taumaturgo, curador de mi cuerpo y sanador de mi alma. Lo dice Pablo en su “Carta a los Filioenses”, 2, 6-7: “ὃς ἐν μορφῇ θεοῦ ὑπάρχων οὐχ ἁρπαγμὸν ἡγήσατο τὸ εἶναι ἴσα θεῶ, ἀλλὰ ἑαυτὸν ἐκένωσεν μορφὴν δούλου λαβών, ἐν ὁμοιώματι ἀνθρώπων γενόμενος· καὶ σχήματι εὑρεθεὶς ὡς ἄνθρωπος”.
- Dios mismo, en el Verbo encarnado, ha entrado en mi dolor. Él que recitó, en la Cruz, el salmo 21 (22 de la Biblia Masorética), me enseñó qué es la soledad que cree en “la muerte de Dios”. Es en mi enfermedad cuando aparece Jesús el curador y el taumaturgo: Él que combate el mal, derrota el Maligno y puede curarme de mi enfermedad radical: sentirme abandonado por Dios.
- También la Iglesia ha querido curar a los enfermos en la grandiosa y enorme soledad cósmica del hombre racional. Es sólo en el Cristo de la Cruz que puede curar el pecado de la radical enfermedad de mi humanidad: creerme sólo y único en un mundo, cansado de muerte y abandono y enamorado del Dios de verdad.
Jaume González-Agàpito