Domingo primero de Cuaresma, 6 de marzo de 2022
Parroquia de Pedralbes
La Misa dominical
Sugestiones de Mons. Jaume González-Agàpito para la plegaria i para la preparación individual
Año C, Domingo primero de Cuaresma, 6 de marzo de 2022
Dt 26,4-10; Rm 10, 8-13; Lc 4,1-13
La historia de las tentaciones de Jesús, que se lee siempre en el primer domingo de la Cuaresma, hoy va emparejada a dos confesiones de fe, una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento. Por ello, se coloca y subralla en el centro de la escena evangélica de las tentaciones la confesión de Jesús respecto a Dios.
1. El Dios propuso este ‘tema’.
La oferta de los frutos. La primacía está, ya en la primera lectura, en una antigua confesión de fe de Israel. En ella se cuenta 1ª acción salvadora de Dios de una manera muy sumaria: el arameo errante y sin patria es Jacob. Él estuvo sirviendo a Labán, en Aram. Venía del extranjero y acabó en Egipto, otro país extranjero. Sólo su salida de Egipto, con el auxilio y la fuerza de Yahweh, lo lleva al gran don divinio. el país que llevará su nombre. País de prosperidad y bienestasr. Por tanto los primicias de los frutos de la tierra pertenecen a Dios y son su gran regalo. Es un reconocimiento en forma de confesión.
2. “El Espíritu lo condujo durante cuarenta días en el desierto.”
También la vida activa de Jesús empieza, en el relato evangelico de hoy con una estancia, no inactiva, en el desierto. Cuarenta años son el número de Israel. Cuarenta días es el número de Cristo en el desierto. Los dos números reprsentan un tiempo de prueba y de verdadera tentación. Israel caerá en ella. Jesús el Cristo no. Fue un tiempo de soledad, de prueba y de encuentro con Dios. Es un precioso tiempo que indica el grado de seguimiento de este Dios, vivo y verdadero. Es tiempo de lucha. También para Jesús, Dios y hombre verdadero. Él que ayunó cuarenta días, tuvo hambre y experimentó la tentación del Maligno: el pan milagroso, la posesión del mundo y la tentación deDios con un milagro ante el pueblo. Los tres versículos de la Escritura, que Jesús opone al diablo, no son refranes para cómodos, son una propuesta de conquista. Las tres respuestas son una confesión de fe existencial.
3. “Confesión del corazón y de la boca.”
La confesión, en la segunda lectura, no quiere decir que es sujetivamente muy fácil: la palabra, de la fe que la Iglesia anuncia, está “cercana a la boca y al corazón del creyente”, porque en el fondo está la palabra, el Lógos que es el mismo Cristo. Es una ‘palabra’ muy particular. Es una palabra que el mismo creyente debe pronunciar personalmente. Nadie lo puede hacer por él. Otravez, no se trata de un refrán aprendido de memoria. Es una afirmación confesional que el creyente hace en la celebración comunitaria de su fe.
4. Jesús es el Kyrios que “Dios lo ha resucitado de los muertos”.
Jesús es el Kyrios de todo el mundo. También es mi Señor. Señor de mi corazón, de mi vida, de mi ser, de mi existencia y de mi destino. Es el Kyrios que “socorre a todos los que lo invocan”, ya sean hebreos o griegos, chinos, africanos o índios. La confesión del creyente de este Dios, es una entrega real y total. Entrega que recibe, el contra-don “de la justicia y de la salvación”. <<<<este don es absolutamente gratuito. Es la gracia increada de Dios que transforma el creyente, ya probado en el desierto, en un verdadero hijo adoptivo, en el Hijo verdadero de Dios, que es el redentor. Este don nunca se puede ‘cosificar’, ‘reducir’ o ‘humanizar’ convirtiéndolo en un simple don ‘antropológico’. Es el gran don que hace Cristo Jesús glorificado. Es el mismo don que hace en la Eucaristía. No son las especies visibles y tangibles, el don. Es el mismo Señor Jesús en su Cuerpo, en su Sangre, en su alma, en su espíritu y en su divinidad. Es aquí la fe el ‘suplemento’ de lo que falta a los sendido: “Praestet fide supplementum sensuum defectui”, dijo Santo Tomás en el himno de Corpus.