CONTRA LOS QUE ”SE AUTOSANTIFICAN”
- Atónito ante tanto clero que hay hoy, que pasa media vida intentando ‘santificar’ a los demás, con una buena cuenta corriente, con la seguridad de una vida personal resuelta, no mezclándose jamás con los pobres, pero dedicado a criticar siempre a los pecadores, a los que no les parecen tan santos como ellos y a los que no son de su cuerda, me pregunto: qué tiene que ver esa clericatura con Jesús el Cristo?
- Admirado ante tanto y tanto seglar, católico-romano, masculino y femenino, que quiere ser el primero en el reino de los cielos, siempre caudillo o al menos capitán con mando en plaza, siempre obsesionado por la pureza en su conciencia, atormentado por la observancia escricta de unos pocos preceptos humanos, obseso por su propia ‘autosantificaciön’, olvidadizo de sus deberes con la Agencia Tributaria, pero siempre pronto a lapidar al Papa de turno, al Arzobispo propio o al Párroco de su circunscripción o de la ajena, me pregunto: esos són los verdaderos discípulos y seguidores de Jesús de Nazaret?
- Ante tanto pecador arrepentido e inconsecuente, ante tanto pobre maldito y rehusado, ante tanta persona enferma y/o vieja olvidada y abandonada, ante tanto ladrón más o menos enmascarado, ante tanto alcohólico, drogadicto, ludópata, obseso sexual e hipócrita religioso apunto de ser apedreado, me pregunto: no dijo Jesús, el Señor, “Yo tampoco te condeno, vete y no peques más?
- Admiro a este Papa Francisco, fiel a Jesucristo crucificado, que me recuerda, constantemente, que en la Iglesia somos pecadores perdonados. Admiro a ese Arzobispo, amigo mío, italiano y verdadero cristiano, a punto de morir, pobre de verdad y no siempre comprendido. Admiro a ese Párroco, joven y temeroso de Dios, también amigo mío, que solo e incomprendido en su pequeño pueblo, ama a Jesucristo, reza y sierve a sus hermanos.
- Como dice el Concilio Tridentine, no nos auto-santificamos: nos santifica gratuitamente sólo Dios, con su ‘gracia’, por los méritos de Jesús el Cristo y por él como único Mediador (Carta a los Hebreos), con sus sacramentos y con la colaboración de nuestras buenas obras. Somos justificados/salvados/santificados gratuitamente por la gracia de Dios. Yo sólo puedo añadir/rezar con el publicano: “Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador”.
Jaume González-Agàpito