UNA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA TELÓN DE FONDO DEL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO 

  1. Para entender plenamente el clima general en el que se desarrollaba el debate entre la razón y la fe, en el Medio Evo, hay que tener en cuenta la interpretación de la historia que representaba el entorno en el que se vivía y se pensaba.
  2. La teoría de que en la Edad Media, especialmente en el primer milenio, era la de las dos ciudades de Agustín, llegó a ser común entre los historiadores de la cultura. La ciudad celestial “viviendo por fe y en peregrinación en este mundo”, y la ciudad terrestre, identificada por Agustín con las fuerzas que sembraban la muerte y los saqueos en el desconcierto social.
  3. La concepción agustiniana de la ciudad terrestre encontró apoyo, uso e instrumentalización en los teorizadores del Imperio cristiano. Se identificaba la “ciudad terrestre” en una realidad abocada a la destrucción. Después de los romanos, de los griegos, de Bisanzio, de los francos, de los lombardos y de los alemanes, el Imperio de occidente había envejeciendo, estaba agotando y no representaba casi nada para la unidad y la renovación de Europa.
  4. Con el trágico Sacro Imperio Romano, la ciudad terrenal ya no tenía una persona con la que identificarse, porque el Imperio aparecía en su sola materialidad. Era el cuerpo material de la ciudad de Dios, pero no era el lugar de la sola ciudad ideal agustiniana, con aspectos terrestres y celestiales, sagrados y profanos con ocupaciones temporales previas y expectativas escatológicas y transcendentes.
  5. A esa especie de dualismo agustino origina, siguió una especie de monismo. Qué se encsrnará, primero, en el dominio de las fuerzas imperiales y, luego, en las eclesiales. Es un período en el que la concepción agustina de la historia, es modificada profundamente. Pero, continúa, pese a ello, el sentido de la historia se coloca en ese hilo providencial que lleva a los hombres medievales, bajo la dirección de la Iglesia, a la ciudad celestial.
  6. Pero, la concepción agustiniana será reemplazada por la concepción trinitaria de la historia de Gioacchino da Fiore. Ese abad calabrés sabe que a la desintegración de la unidad política intentada por Carlomagno, había seguido el régimen feudal, en el que se fragmentó el poder central para la defensa de las regiones y territorios de la nueva ola ‘bárbara’. Con este régimen feudal, las instituciones eclesiásticas sufrieron un profundo cambio, porque progresaron más los hombres fieles más al poder laico que los unidos al religioso. El clero se mundanizó.
  7. A esta decadencia de costumbres se opuso pronto un movimiento de reforma que comenzó a dar sus primeros signos en el siglo X, con el monaquismo cluniacense, potenciándose y extendiéndose en el siglo siguiente. Este movimiento encuentró su expresión doctrinal más completa con Gregorio VII, del que toma su nombre la llamada “Reforma gregoriana”, que inició una nueva fase histórica, ya que a la idea tradicional de “huida del mundo” la sustituyó “el ideal de la conquista cristiana del mundo”. Es la época de las Cruzadas.
  8. Esta reforma de la Iglesia, que llevó a la centralización en manos del Pontífice romano de todo el poder, religioso y secular, provocó una diversa ‘mundanización’ de la Iglesia implicada en también en asuntos políticos y, por tanto, involucrados en peleas y luchas que desvíaban la atención de los problemas estrictamente religiosos. El siglo XII fue de hecho uno de los más tormentosos: sangrientas luchas de las ciudades contra el Imperio; la lucha entre el papado y el emperador, fuertes conflictos que llevaron a la elección de tres antipapas (Vitor I, Pasqual III y Calixto II, opuestos a Alejandro III); la caída de Jerusalén en 1187. A esto se sumaron los innumerables disturbios morales que afligieron a la Iglesia, feudalizada y mundanizada, contra los que San Bernardo levantó en vano su voz.
  9. En este contexto, Gioacchino da Fiore, reconsiderando el misterio trinitario, propone un mensaje reformista y escatológico, una especie de renovación moral y religiosa, que alimentaba la expectativa de una inminente “tercera edad”, que era la del Espíritu. A la edad del Padre y a la edad del Hijo, iba a suceder las la edad del Espíritu, que marcada por una palingénesis total que no tardará en realizarse y que liberará a los hombres de las contradicciones en las que habían caído. Se trataba de una concepción de la historia que ya no era cristocéntrica sino trinitaria y más cercana a su autorealización. Entendida como la manifestación suprema y definitiva de lo divino en la realidad de la historia, esta tercera edad representó y expresó el difuso deseo de renovación radical y de liberación del peso de las instituciones y de lis problemas de orden terrestre.
  10. De la vasta huella dejada por Gioacchino en la historia religiosa del siglo XII y del injerto de su mensaje sobre la espiritualidad ‘franciscana’ nació el Joaquimismo, un complejo movimiento espiritual, con reflejos también religioso-políticos, con un fondo mistico, reformador y profético-escatológico, que turbo’primero e impregnó con su poderoso fermento espiritual el resto del siglo XII, juntando en un movimiento espiritual medieval las nuevas utilidades y las profundas aspiraciones de renovación” en orden a la difusión de la concepción agustina de la historia .en una perspectiva joaquinita que nos hace entender, quizás más que cualquiero otra reflexión, el clima teológico en el que se desarrolló, lel debate entre la razón y la fe, y por lo tanto el contexto religioso en el que estaban surgiendo problemas y cuestiones de tipo filosófuco y teológico de la escolástica medieval.

Jaume González-Agàpito

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