EL PAPA FRANCISCO A LOS EJECUTIVOS Y DELEGADOS DEL SINDICATO CONFEDERACIÓN GENERAL ITALIANA DEL TRABAJO (CGIL)

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Aula Pablo VI, lunes, 19 de diciembre de 2022

  1. “ […] ustedes, que forman una de las históricas organizaciones sindicales italianas, me invita[n] a expresar una vez más mi cercanía al mundo laboral, en particular a las personas y familias que más luchan.
  1. No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato. Vivimos una época que, a pesar de los avances tecnológicos -y a veces precisamente por ese sistema perverso que se define como tecnocracia (cf. Laudato si’, 106-114)- ha decepcionado en parte las expectativas de justicia en el ámbito laboral.
  2. Y esto pide, en primer lugar, que se vaya del valor del trabajo, como lugar de encuentro entre la vocación personal y la dimensión social. Trabajar permite a la persona darse cuenta, vivir la fraternidad, cultivar la amistad social y mejorar el mundo. Las Encíclicas Laudato si’ y Fratelli todos pueden ayudar a emprender vías de formación que ofrezcan motivos de compromiso en el tiempo que vivimos.
  3. El trabajo construye la sociedad. Es una experiencia primaria de ciudadanía, en la que encuentra forma una comunidad de destino, fruto del compromiso y los talentos de cada uno; esta comunidad es mucho más que la suma de las diferentes profesionalismos, porque cada uno se reconoce en la relación con los demás y por los demás.
  4. Y así, en la trama ordinaria de las conexiones entre las personas y los proyectos económicos y políticos, se da vida día a día al tejido de la “democracia”. Es un tejido que no se empaqueta en la mesa en algún edificio, sino con opericidad creativa en fábricas, talleres, granjas, comerciales, artesanales, obras de construcción, administraciones públicas, escuelas, oficinas, etc. Viene “desde abajo”, de la realidad.
  5. […] entre las tareas del sindicato está la de educar en el sentido del trabajo, promoviendo una fraternidad entre los trabajadores. No puede faltar esta preocupación formativa. Es la sal de una economía sana, capaz de mejorar el mundo. De hecho, “los costes humanos son siempre costes económicos y las disfunciones económicas siempre conllevan costes humanos.
  6. Renunciar a invertir en personas para obtener un mayor beneficio inmediato es un mal negocio para la sociedad” (Enc. Laudato si’, 128).
  7. […] La cultura de la chatarra se ha colado en los pliegues de las relaciones económicas y también ha invadido el mundo laboral. Esto se encuentra, por ejemplo, donde la dignidad humana es pisoteada por la discriminación de género, ¿por qué una mujer tiene que ganar menos que un hombre? ¿Por qué una mujer, tan pronto como se ve que comienza a “engordar de peso”, la envían para no pagar la maternidad? -; se ve en la precariedad juvenil – ¿por qué hay que retrasar las elecciones de vida debido a una precariedad crónica? -; o incluso en la cultura del despido; y por qué los trabajos más agotadores siguen tan poco protegidos?
  8. Demasiadas personas sufren por la falta de trabajo o por un trabajo no digno: sus rostros merecen ser escuchados, merecen el compromiso sindical.
  9. […] Primero, la seguridad de los trabajadores. […] Todavía hay demasiadas muertes -las veo en los periódicos: todos los días hay alguien -, ¡demasiadas mutilados y heridos en el lugar de trabajo! […] ¡
  10. Una segunda preocupación es la explotación de las personas, como si fueran máquinas de rendimiento. Hay formas violentas, como el alboroto y la esclavitud de los trabajadores en la agricultura o en las obras de construcción y otros lugares de trabajo, la compulsión a turnos abollados, el juego a la baja en los contratos, el desprecio por la maternidad, el conflicto entre el trabajo y la familia. […]
  11. El sindicato -escucha bien esto- está llamado a ser la voz de los que no tienen voz. Tienes que hacer ruido para dar voz a los que no tienen voz. En particular, recomiendo la atención a los jóvenes, a menudo obligados a contratos precarios, inadecuados, incluso esclavizados. […].
  12. Gracias por lo que haces y lo que harás por los pobres, los migrantes, las personas frágiles y con discapacidad, los desempleados. No dejes de cuidar también a los que no se inscriben en el sindicato porque han perdido la confianza; y dar paso a la responsabilidad juvenil […].

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