EPIFANÍA DE CRISTO

  1. A la Epifanía[1] los sirios la llamaron denho (hacia arriba), un nombre relacionado con la noción de la luz que se eleva y expresada en el Evangelio según Lucas 1, 78. En Roma tuvo y tiene hoy todavía un significado un tanto pagano: la Befana[2].

I. Historia

  1. Como lo sugiere su mismo nombre, la Epifanía tuvo su origen en la Iglesia Oriental. Existe una homilía de Hipólito a la cual (sólo en un manuscrito) se le puso el lema “ieis ta hagia theophaneica”. Está dirigida en su totalidad a un individuo a punto de ser bautizado, y trata sólo del Sacramento del Bautismo[3]. Pero, la primera referencia segura se encuentra en Clemente Alejandrino[4] que escribe:
  • “Encontramos aquellos que también de un modo demasiado curioso le asignan al Nacimiento de Nuestro Salvador no sólo el año sino el día, el cual afirman que es el 25 Pachon (20 de mayo) en el año vigésimo octavo de Augusto. Pero los seguidores de Basilides también celebran el día de su Bautismo, pasando la noche previa en lecturas. Y ellos dicen que fue el 15 del mes de Tybi del año 15 de Tiberio César. Y algunos dicen que se realizó el 11 del mismo mes”.
  1. Ahora bien, 11 y 15 Tybi corresponden al 6 y al 10 de enero respectivamente. De inmediato surge la pregunta: ¿Los basilidianos celebraban la Natividad de Cristo y también su Bautismo el 6 y el 10 de enero, o simplemente celebraban su Bautismo en esos días, al igual que su Natividad en otra fecha? Si las propias palabras de Clemente no lo sugieren, la evidencia sugiere lo primero.
  2. Es seguro que la fiesta de la Epifanía en el Oriente admitió muy tempranamente una conmemoración más o menos marcada de la Natividad, o al menos del anuncio de los ángeles a los pastores, La‘manifestación’ más impresionante de la gloria de Cristo en esa ocasión. 
  3. Però, la primera referencia a la fiesta eclesiástica de la Epifanía[5], fue en 361 y parece estar duplicada en Zonaras[6] por una referencia a la fiesta misma de la Natividad de Cristo.
  4. Más aún, Epifanio[7] afirma que el seis de enero es “hemera genethlion toutestin epiphanion”, el cumpleaños de Cristo, es decir su Epifanía. Asigna el Bautismo al 12 Athyr, es decir al 6 de noviembre. Nuevamente en los capítulos 28 y 29[8] sostiene que el nacimiento de Cristo, es decir la Teofanía, tuvo lugar el 6 de enero al igual que el milagro en Caná. Lo que llevaría a la consecuencia de que el agua, en varios lugares, por obra de un milagro se convirtiera anualmente en vino, del cual él mismo había bebido.
  5. Ante todo, se tendrá en cuenta que si Clemente no niega expresamente que la Iglesia celebraba la Epifanía, en su tiempo y en Alejandría, al menos sugiere que no lo hacía. Menos aún podemos pensar que el 6 de enero era guardado como día santo por la Iglesia. Más todavía, Orígenes, en su lista de festividades[9], no la menciona en absoluto.
  6. Sin tener en cuenta la vaguedad del nombre Epifanía, en esta fiesta celebraba la Iglesia varias manifestaciones diferentes de la divinidad y de la gloria de Cristo, desde épocas tempranas de su historia, especialmente celebraba el Bautismo, el milagro de Caná, la Natividad, y la visita de los Reyes Magos. Pero ello nos da pie para suponer que, desde los primeros tiempos, se estableció una fiesta de las manifestaciones de Cristo en general, en la cual la devoción local popular le atribuía significados especificados según lo indicaran las circunstancias.
  7. Parece bastante claro que el Bautismo fue el evento conmemorado en forma predominante. Las Constituciones Apostólicas[10] lo mencionan. El calendario copto más antiguo de el nombre de “Dies baptismi sanctificati”, y, por último, se le llamaba “de Immersio Domini”. 
  8. San Gregorio de Nacianceno, identifica, ta theophania con “he hagia tou Cristou gennesis”.  Este sermón[11] probablemente se predicó el 25 de diciembre de 380; y luego de referirse al Nacimiento de Cristo, asegura a su audiencia[12] que, en breve, verán a Cristo bautizado. El 6 y 7 de enero, predicó las oraciones 49 y 50[13] y en ellas declaró[14] que, habiendo ya celebrado el Nacimiento de Cristo y la llegada de los Reyes Magos, guiados por una estrella, ahora tendría lugar la conmemoración de su Bautismo. El primero de estos dos sermones está encabezado “eis ta hagia phota”, refiriéndose a las luces que se llevaban ese día para simbolizar la iluminación espiritual del bautismo, y el día debe ser diferenciado cuidadosamente de la Fiesta de la Purificación, también llamada “Festum luminum” por una razón totalmente diferente.
  9. Sin embargo San Juan Crisóstomo, en 386, predicó la Hom. VI in B: Philogonium, donde[15] él llama a la Natividad “el padre de los festejos”, porque si Cristo no hubiera nacido, tampoco hubiera sido bautizado, “hoper esti ta theophania”. Esto muestra con qué soltura se utilizaba este título[16]. Casiano[17] dice que en su tiempo (años 418-427) los monasterios egipcios aún celebraban la Natividad y el Bautismo el 6 de enero.
  10. En Jerusalén la fiesta tenía una referencia especial con la Natividad debido al lugar de Belén. La información que nos dejó Etheria está mutilada en su comienzo. Sin embargo, el título de la fiesta subsiguiente, Quadragesimae de Epiphania[18], no nos deja ninguna duda con respecto a lo que ella está describiendo. En la vigilia de la fiesta (5 de enero) una procesión salió de Jerusalén hacia Belén y regresó a la mañana siguiente. En la segunda hora se realizaron los servicios en la iglesia del Gólgota decorada espléndidamente, después de la cual, se visitó la de la Anástasis. En el segundo y tercer día, se repitió esta ceremonia. En el cuarto día, se ofreció el servicio en el Monte de los Olivos. En el quinto día, en la tumba de Lázaro en Betania. En el sexto día, en Sión. En el séptimo día, en la iglesia de la Anástasis. En el octavo día, en la de la Santa Cruz. La procesión a Belén se repitió durante la noche. De acuerdo con esto se verá que esta octava de Epifanía en toda su extensión tuvo un tinte tan fuerte navideño que condujo a la exclusión de la conmemoración del Bautismo por lo menos en el año 385. 
  11. Sin embargo, es por medio del bautismo propiamente dicho, celebrado en este día, que el Occidente parece entrar en contacto con el Oriente. San Juan Crisótomo[19] nos dice cómo los antioquenos solían llevar a sus hogares agua bautismal consagrada en la noche de la fiesta, y que ésta permanecía durante un año sin echarse a perder[20]. Hasta este día, la bendición de las aguas por medio de la inmersión de un crucifijo en un río, en el mar, o en un lago o por medio de otro ritual complejo, es una ceremonia muy popular[21] en el rito bizantino. Los cristianos orientales consideran que todas las dolencias, espirituales y físicas, pueden curarse aplicando esta agua bendita. Sin embargo, la costumbre parecería, estar originalmente conectada más con el milagro de Caná que con el Bautismo. 
  12. Sin embargo, el celebrar el bautismo en este día era bastante común en el occidente, y queda probado por la queja del Obispo Himerio de Tarragona al Papa Dámaso (después de 384), de que los bautismos se estaban celebrando en la fiesta de la Epifanía. El Papa Siricio, que fue quien le respondió[22] e identifica las fiestas “Natalitia Christi” y “Apparitio Christi”, se indigna mucho por la extensión del período para los bautismos más allá de Pascua y de Pentecostés. El Papa León I[23] denuncia la práctica como una “irrationabilis novitas”; el Concilio de Girona[24] lo condenó en 517, y Víctor Vitense lo menciona como una práctica regular de la Iglesia africana[25]. Más aún, San Gregorio de Tours[26], relata que aquellos que vivían cerca del Jordán se bañaban en él ese día, y que solían ocurrir milagros. San Jerónimo[27] afirma que es por el bautismo y la apertura de los cielos que el “dies Epiphaniorum” aún se venera y no por la Natividad de Cristo en la carne, pues entonces “absconditus est, et non apparuit”  (“Él estaba escondido y no apareció”). 
  13. La Epifanía, en Occidente, se introdujo después de la introducción de la Navidad, el 25 de diciembre. No se encuentra en el Calendario Filocaliano, mientras que parece muy probable que el 25 de diciembre se celebraba en Roma antes del sermón del Papa Liberio[28] que muchos le asignaron el 25 de diciembre de 354. San Agustín observa claramente influencias orientales añadidas a las fiestas de la Epifanía: “Precisamente, dice él[29], han rehusado celebrar este día con nosotros; pues ni aman la unidad, ni están en comunión con la Iglesia Oriental, donde en definitiva apareció la estrella”.  San Filasrio[30] agrega que ciertos herejes se rehusan a celebrar la Epifanía, por considerarla aparentemente, como una duplicación innecesaria de la fiesta de la Natividad, sin embargo, agrega el santo, que “fue sólo después de doce días que Cristo se apareció a los Reyes Magos en el Templo”. El dice que el “dies epiphaniorum[31]”, es considerado por algunos como “el día del Bautismo, o de la Transfiguración que ocurrió en la montaña”.
  14. Finalmente, un anotador sirio desconocido de Barsalibi[32] escribe claramente:  “El Señor nació en el mes de enero en el mismo día en el que celebramos la Epifanía; pues las fiestas de la Natividad y de la Epifanía se celebraban en el mismo día, porque en el mismo día Él nació y fue bautizado. La razón por la cual nuestros padres cambiaron la solemnidad celebrada el 6 de enero, y la transfirieron al 25 de diciembre se presenta a continuación: era costumbre de los paganos celebrar el nacimiento del sol en este mismo día, el 25 de diciembre, y en ese día ellos encendían luces para la fiesta. En estas solemnidades y festividades también participaban los cristianos. Por lo tanto cuando los maestros observaron que los cristianos se inclinaban a celebrar esta fiesta, se reunieron en consejo y decidieron que se celebrara en esta fecha la verdadera fiesta del nacimiento y el 6 de enero, la fiesta de las Epifanías. Por lo tanto, simultáneamente, con este acontecimiento prevaleció la costumbre de encender luces hasta el sexto día”.
  15. Es más sencillo decir que, aproximadamente en el momento de la difusión de la celebración de diciembre en el oriente, el occidente tomó la fiesta oriental de enero, manteniendo todas sus características principales, aunque también le adjuntó a medida que pasó el tiempo, una importancia abrumadora, a los Reyes Magos. Por cierto, Epifanio dijo[33] que no sólo el agua en muchos lugares se convirtió en vino el 6 de enero, sino que ríos enteros, y probablemente el Nilo, experimentaron un milagro similar; pero nada de esto se menciona en occidente.
  16. El “Sacramentario Leonino” es imperfecto en esto; pero las ocho homilías de León sobre la Theophania[34] están relacionadas casi totalmente con los Reyes Magos, mientras en el Sermon XXXV[35], sostiene su visita como la conmemoración para la cual se instituyó la fiesta. Fulgencio[36] habla solamente de los Reyes Magos y de los Inocentes. Los sermones de Agustín[37] tratan casi exclusivamente sobre el tema de la manifestación y el “Sacramentario Gelasiano” [38] habla exclusivamente sobre la vigilia y sobre la fiesta. El “Sacramentario Gregoriano” utiliza mucho el Ps. 73 (72), 10 y menciona las tres grandes apariciones en el Canon solamente. Sin embargo el Rito Ambrosiano, se refiere a las tres manifestaciones en el prefacio de la vigilia, y en el prefacio de la fiesta, al bautismo solamente. El Misal Vesontiense[39] habla, en la oración, de la “Illuminatio, Manifestatio, Declaratio”, y compara el Evangelio según Mateo, 3, 13-17; con Lucas, 3, 22; y Juan, 2, 1-11, donde se enfatizan el Bautismo y Caná. El Misal Gótico[40] menciona a los Reyes Magos en la vigilia, diciendo que la Natividad, el Bautismo y Caná hacen la “Illustratio” de Cristo. Sin embargo, a todas las manifestaciones se las menciona con el nombre de “phagiphania”,  incluyendo (casualmente) la alimentación de los 5000, una alusión popular en Oriente. 
  17. Agustin[41] habla de levantar a Lázaro[42] en igualdad con las otras manifestaciones que, en el oriente, tiene lugar el nombre de “Bethphania”. Máximo de Turín admite que el día es de tres milagros, y especula[43] sobre la conexión histórica de la fecha y los eventos. Polemio Silvano, Paulino de Nola[44] y Sedulio[45] insisten en las tres manifestaciones.
  18. El Misal Mozarábico se refiere principalmente a que los Reyes Magos, utilizaron la palabra de bienvenida a Cristo “Acceptio”, un término de ‘iniciación’ común a los mitraistas y a los cristianos. En 381, el Concilio de Zaragoza[46], interpretado junto con la Misa del Misal Mozarábico “in ieiunio epiphaniae”, deja en claro que una fiesta en esta época no era algo poco común incluso entre los ortodoxos[47], prohibe el circo en ese día en el año 400;
  19. El Código de Justuiniano[48] la hace una fiesta de precepto. En 380, ya está marcado por el descanso de las actividades en España. En Tracia[49] se mantenía desde 304. El Testamentum Jesu Christi[50] la cita dos veces como una gran fiesta junto con Pascua y Pentecostés.
  20. En el Oficio Divino, “Crudelis Herodes” alude a las tres manifestaciones; en el Nocturno I, el primer responsorio para el día, la octava, y el Domingo dentro de la octava, trata sobre el Bautismo, como lo hace el segundo responsorio; el tercer responsorio, así como los nocturnos I y III, versan sobre los Reyes Magos. La antífona del Benedictus dice: “Hoy la Iglesia se une a su cónyuge celestial, porque en el Jordán Cristo lavó sus pecados; los Reyes Magos se apresuraron con obsequios para la fiesta de la boda real, y los invitados se regocijaron en el agua que se volvió vino. La antífona del Magníficat de las Segundas Vísperas dice: “Mantenemos nuestro Día Santo adornado con tres milagros: hoy una estrella condujo a los Reyes Magos hasta la cuna, hoy el vino se convirtió en agua en una boda, hoy en el Jordán Cristo deseó ser bautizado por Juan para salvarnos.”
  21. En la Epifanía era una costumbre muy extendida el anunciar la fecha de la Pascua, e incluso las otras fiestas, una práctica ordenada por muchos concilios, por ejemplo el de Orleans de 541[51]; el de Auxerre en 578 y 585[52]. Esta costumbre se ha restablecido en muchas partes. Gelasio, finalmente, nos dice[53] que la dedicación de vírgenes se hacía especialmente en ese día.
  22. La razón para la fijación de este día no es fácil descubrirla hoy. La única solución razonable es la propuesta por Mons. Duchesne[54] quien lo explica por el corrimiento de la celebración del 6 de enero al del 25 de diciembre por otro corrimiento hacia atrás del 6 de abril al 25 de marzo. Sozomeno[55] dice que los pepizitas y los montanistas de Frigia mantuvieron la Pascua el 6 Abril; por lo tanto, el cumpleaños de Cristo debería haber caído el 6 de enero. Pero, se debe insistir en que el primer dato que tenemos sobre esa fiesta se refiere al Bautismo de Cristo. Pero esto, si tenemos en cuenta que los basilidianos, también discutieron sobre el 6 de abril, habremos dado con el aniversario exacto del Nacimiento.
  23. ¿Pero por qué celebrar preeminentemente el Bautismo? ¿Podría ser que la celebración hubiera comenzado con aquello, de la secta que fuere, sostenía : que en el Bautismo de Jesús, Dios descendió sobre Cristo? Sobre este terreno incierto será mejor que no avancemos hasta que no se presente por parte de lis especialistas en las sectas de los primeros siglos una prueba más clara.

Jaune González-Agàpito

Notas

[1] También conocida como ta ‘epiphania’, o « he epiphanios », sc. « hemera (rara vez he epiphaneia », aunque, por ejemplo ocurre en Atanasio, « he somatique epiphaneia »; «theophaneia »: « dies epiphaniarum; festivitas declarationis, manifestationis; apparitio; acceptio. hemera ton photon: dies luminum; dies lavacri; phagiphania, Bethphania », etc.  « Festum trium regum ».

   [2] La gran feria que tenía lugar en esa estación en Roma; es difícil afirmar hasta dónde se puede conectar la práctica que se llevaba a cabo en esa época de comprar todo tipo de imágenes de alfarería, combinadas con silbatos, y que representaban algún tipo de expresión en la vida romana, con la costumbre bastante similar que estaba de moda durante la fiesta de los Saturnalia en diciembre. La alfarería o « pasta sigillaria » vendida entonces en Roma, ver Macrobius; s. I, X, XXIV II, XLIV; y Brand, “Pop. Ant.”, 180, 183.

   [3] Fue revisada por Bonwetsch y Achelis (Leipzig, 1897); Achelis y otros la consideran adulterada.

   [4] Strom, I, XXI, 45, en Migne, P.G., VIII, 888.

   [5] Ammianus Marcellinus, XXI, II.

   [6] XIII, XI.

   [7] Haer., li, 27, en Migne, P.G., XLI, 936.

   [8] Migne, P.G. XLI, 940 sp.

   [9] Contra Celsum, VIII, XXII, Migne, P.G., 11, 1549.

   [10] VIII, XXXIII; cfr. V, XII.

   [11] Orat. XXXVIII, en Migne, P.G., 36, 312.

   [12] Ibid. 329.

   [13] Migne, P.G., loc. Cit.

   [14] Col. 349.

   [15] Migne, P.G., XLVIII, 752.

   [16] Cfr. Chrys., Hom. in Bapt. Chr., cap. II, en Migne, P.G., XLIX, 363; A.D. 387.

   [17] Coll., X, 2, en Migne, P.L., XLIX; 820.

   [18] Perigrin. Silviae, ed. Geyer, c. XXVI.

   [19] Hom. en Bapt. Chr. en Migne, P.G., XLIX, 363

   [20] Hay una tradición ortodoxa parecida respecto al agua bendita, cfr. Économidès, I., Differences entre l’Eglise Orthodoxe et le catholicisme Romaní, Athenai, 1993.

   [21] Cfr. Mercenier, E. – Bainbridge, G., La prière des Églises de rite byzantin, II, I. Fêtes fixes, Chevetogne, 21953, ed. anastática 1962, pp. 273-285.

   [22] Migne, P.L., XIII, 1134.

   [23] Ep. XVI ad Sicil. Episcopos, Migne, P.L., 54, 701; cfr. 696.

   [24] Can. Iv.

   [25] De Persec. Vandal., II, xvii, en Migne, P.L., LVIII, 216.

   [26] De gloriâ martyrum, Migne, P.L., LXXI, 783; cf. cc. XVII, XIX.

   [27] Comm en Ez., I, I, en el verso 3, Migne, P.L., 25, 18.

   [28] Ambrosio, De virg., III, I, Migne, P.L., 16, 231

   [29] Serm. CCII, 2, en Epiph. Domini, 4, en Migne, P.L., 38, 1033.

   [30] Haer., c. CXL, Migne, P.L., XII, 1273.

   [31] Migne, P.L., XII, 1274.

   [32] Assemani, Bibl. Orient., II, 163.

   [33] Loc. cit.

   [34] Migne, P.L., 54, Serm. XXXI, col. 234, a Serm. XXXVIII, col. 263.

   [35] Col. 249.

   [36] Serm. IV en Migne, P.L., 65, 732.

   [37] CXCIX-CCIV en Migne, P.L., 38.

   [38] Migne, P.L., 74, 1062.

   [39] Neale – Forbes, The Anciant. Liturgies of the Gallican Church, p. 228.

   [40] Neale – Forbes, op. cit., p.52.

   [41] Serm. supl. CXXXVI, 1, en Migne, P.L., 39, 2013.

   [42] Cfr, día 5 del ritual de Jerusalén.

   [43] Hom. VII, in epiph., en Migne, P.L., 57, 273.

   [44] Poem. XXVII; Natal., v, 47, Migne, P.L., 61.

   [45] Migne, P.L., 72.

   [46] Can. IV.

   [47] Cod. Theod., II, VIII, 20; XXV, v, 2.

   [48] III, XII, 6.

   [49] Sí podemos confiar en Passio S. Philippi en Ruinart, Acta, 440,2.

 [50] I, 28, IV, 67, 101.

   [51] Can I.

   [52] Can. II.

   [53] Ep. ad episc. Lucan., c. XII, en Migne, P.L., 59, 52.

   [54] Orig. Chr., 262.

   [55] Hist. Eccl., VII, XVIII, Migne, P.G., 67, 1473.

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