EL PENTATEUCO: EL “LIBRO DE LA ALIANZA”

El “Libro de la Alianza” es una pretendida unidad antigua del pre-Pentateuco que ha sido objeto de importantes estudios monográficos y de no pocas publicaciones.

  1. Nombre y contenido
  1. El nombre se explica en Éx 24,7, Moisés tomó y leyó al pueblo el “Libro de la Alianza”. En Ex. 20-24 encontramos el hilo de la narración: 1) Dios proclama los Diez mandamientos de 20,10-17. 2) El pueblo dice a Moisés que él hable directamente con Dios y luego que transmita sus palabras (Ex . 18-19). 3) Moisés tranquiliza al pueblo y se acerca a Dios él sólio (Ex 20-21). Recibe las indicaciones de Ex 20,22-23,33. 4) Moisés escucha en Ex 24,1-2 la orden de subir al monte y comunica al pueblo «todas las palabras [y todos los mandatos] de Yahweh» (Ex 24,3). 5) El pueblo está dispuesto a observarlas y pone por escrito «todas las palabras de Yahweh ( Ex 24,4). 6) Después de un solemne rito sacrificial se le lee el «Libro de la Alianza» (Ex 24,5-‘7). 7) El pueblo renueva su promesa en un rito de aspersión de sangre, Moisés declara: «Esta es la sangre de la Alianza que el Señor hace con vosotros de acuerda con todas estas palabras». 
  2. Como que el pueblo ha escuchado el decálogo de Ex 20,2-17, «todas las palabras y todos los mandatos de Yahweh» que Moisés le transmite (Éx 24,3) sólo pueden referirse a los preceptos contenidos en Ex 20,22-23-33; es en este sentido justificado llamar a este conjunto «Libro de la Alianza». Utilizaremos en adelante su sigla B ( = Bundesbuch). Pero, en realidad, cuando Ex 24,7 habla del «Libro de la Alianza» no piensa en el bloque Ex 20,22-23,33, sino en el decálogo de Ex 20,2-17. Es evidente que las expresiones idénticas «todas estas palabras» (Éx 24 8), “todas las palabras de Yahweh» (Éx 24,3.4), «todas las palabras que Yahweh ha dicho» (Éx 24,3) y «todo lo que Yahweh ha dicho» (Éx 24,7) se refieren a la fórmula «todas estas palabras» (Ex 20,1) y al decálogo de Ex 20,2-17. 
  3. Por consiguiente, el decálogo constituye la base de la alianza de Ex 24,3-8. Originariamente el pueblo no conicîa el decálogo; se Io comunicó Moisés, que lo recibió de Yahweh estando solo con él. Por eso, el lugar exacto de Éx 20,18-21 no es detrás del decálogo (Ex 20,2-17), sino delante. Su actual posición se debe a que hubo que introducir Ex 20,22-23,33 en el relato del Sinaí. Trasponiendo Ex 20,18-21 y Ex 20,1-17 se halló el sitio para él; pero, ahora, aparece como el fundamento de la alianza pactada en Ex 24,3-8, mientras la transmisión del decálogo queda rebajada a la categoría de mero preludio de dicha acción, a la que, en adelante, no se le concede importancia alguna. Otras observaciones confirman que el bloque Ex 20,22-23,33 también fue insertado en un segundo momento. 
  4. Pero ahora hay que conocer el contenido y la estructura del “Libro de la Alianza”. Dentro de la sección Ex 20,22-23,33, que inicialmente hemos considerado como unidad, se destaca a simple vista el fragmento Ex 21,1-22,16 como un bloque especial. Tiene el estribillo «éstos son los decretos que promulgarás en presencia  de ellos» (Ex 21.1) y se distingue por su clara disposición y por su estilo bastante uniforme. En cada una de las materias, por ejemplo, al determinar la indemnización por lesión corporal en una riña (Ex 21 18.18) el caso general se introduce siempre con «cuando», «supuesto que», y cada uno de los casos secundarios se añade luego mediante “si”. Sólo Ex 21,12.15-17 sigue otra fórmula, cada frase comienza por un participio; pero, este bloque no pertenece originariamente a este contexto y también los 21,13-14 son un añadido al Ex 21,12.
  5. Ex 20,24-26 (los w, 22-23 son redaccionales) está precedido de una serie de prescripciones de tipo cultual, sobre la construcción del altar; y más adelante, en Ex 23, (13)14-19, hay un bloque de normas cultuales. Estas últimas son muy parecidas al decálogo cultual de Ex 34,14-26 y deben de tener alguna relación con él. La sección que hay entre el final de Ex 20,24-26 y el comienzo de este grupo de preceptos cultuales, es decir, 22,17, contiene unas directrices religiosas y morales y también otras de carácter cultual, Ex 22,19.28-29. Ex 23,20-33 aparece ahora, como la conclusión de la ley, que premia al que la crumple y castiga al transgresor.

2. Partes integrantes del “Libro de la Aliabza”

  1. En el «Libro de la Alianza» aparece una abigarrada colección de elementos y cabe preguntarse si nos hallamos ante una auténtica unidad o más bien ante una combinación accidental de elementos completamente dispares, es decir, ante una entidad puramente literaria. En primer lugar, resulta claro que Éx 23,20-33 no es de suyo la conclusión de un “Libro de leyes”, como lo son Lv 26 o Dt 27-30, sino parte del discurso de despedida de Yahweh. A diferencia de Lv 26 y Dt 27-30, no dice ni una palabra sobre la observancia e inobservancia de la ley, ni siquiera de la ley precedente. Sólo habla de la obediencia o desobediencia al ‘ángel’ que acompaña a Israel: la obediencia que se le debe y el premio correspondiente. Esto se interpretó, más tarde, como la obediencia a la ley recién transmitida; aunque el sentido primgenio no era ése. 
  2. En cambio, las palabras encajan bien en una especie decexhortación de Yahweh al pueblo antes que éste abandonara el Sinaí. Su sitio original fue al final del relato del Sinaí, es decir, después Ex 33 o 34. Con esto concuerda el hecho de que Ex 23,20-33 se compone claramente de dos discursos paralelos, que pueden repartirse entre la fuente yahvista y la Elohista. [Se denomina yahvista (abreviada J) porque sus autores suelen designar a Dios con el nombre Yahweh y tiene un interés especial en el territorio del Reino de Judá y en personas relacionadas con su historia. Redactada durante el cautiverio en Babilonia (597-539 a. C.), fue más tarde incorporada a la Toráh (ca. 400 a. C.). Se denomina elohísta, abreviada E, una fuente cuyos redactores suelen denominar a Dios con el nombre de Elohim. Presenta a un Dios poderoso, menos antropomórfico que el Yahweh de la anterior tradición yahvista la de la fuente J]. Pero, al cambiar de sitio esta sección, en una época relativamente tardía, cuando ya se habían combinado J y E, le quitaron su sentido primitivo para convertirlo artificialmente en la conclusión de los preceptos contenidos. Duda sobre la unidad de Ex 20,22-23,33.
  3. Si vamos más arriba de 23,20-33, descubrimos la gran semejanza entre Ex 23,(13)14-19 y Ex 34,14-26. Ambas secciones coinciden casi a la letra. Se ha pretendido explicar este hecho asignando un «decálogo» (Ex 34) a J y el otro (Ex 23) a E, lo cual no encajaría mal con el frecuente paralelismo entre J y E; y sobre todo explicaría cómo el redactor que combinó J con E pudo convertir el decálogo de J (Ex 34) en sustituto del de E (Ex 23).
  4. Pero hay ciertos datos en contra. En primer lugar, el resto del material elohista manifiesta una clara indiferencia ante el culto vinculado a la cultura agrícola, y sería extraño que E precisamente, en el momento decisivo para la religión israelita, cuando se entrega la ley en el Horeb, colocara las fiestas agrícolas en este punto céntrico. Segundo, ya hemos observado que, a pesar de la gran semejanza que existe entre E y J, E corrige fuertemente las perspectivas religiosas de J. Con esto compaginaría el hecho de que E ha sustituido el decálogo cultual de J por otro de tipo ético, que deliberadamente pasa por alto las fiestas agrícolas; también el Deuteronomio, que en muchos puntos se apoya en E, al presentar la legislación sobre las fiestas (Dt.16, 1-7), parece no haber  tenido en cuenta las agrícolas, Tercero, Ex 20,1-17 y Ex 24,3-8 forman inclusión mediante la fórmula «todas estas, palabras», que aparece en Ex 20,1 y varias veces en Ex 24,3-8; de modo que Ex 20,1-17 no parece una interpolación procedente de otra fuente o de ninguna fuente, sino una parte original del relato elohista, al que pertenece con seguridad Éx 24 3-8. Cuarto. Como la escapatoria de derivar Éx 20,1-17 de P, también fracasó ante el hecho de que el relato P, que se ha conservado intacto (Ex 19,1; 24,15b-18a; 25,1 hasta 31,17.18a), no deja sitio (a pesar de Éx 25,16 y Ex 31,18a) para el texto del decálogo; que parece darse por conocido, habremos de contentarnos con derivar Éx 20,1-17 de  E y buscar otra explicación que aclare la semejanza o identidad de Ex 23,13-19 y Ex 34,14-26.
  5. Pero, muy pronto planteó dificultades el hecho de que el decálogo de Ex 34,14-26, considerado como sustituto del de Ex 20 2. 17, difiéra mucho de éste y sólo al comienzo tiene algo en común con él (compárese Ex 20,3-5 con Ex 34,14.17). El redactor de J y E, que combinó, incluso identificándolos, pasajes que no se parecían en nada, por ejemplo, el don de la carne (L, J) y el don del espíritu (E) en Nm 11, pudo presentar los dos decálogos, tan diversos por otra parte, como si fueran idénticos, basándose en que los principios eran iguales.
  6. Posteriormente se sintió la necesidad de resolver estas dificultades. Así, uno propuso que los mandamientos de Ex 34,14-26 fueran revelados por Dios a Moisés (Ex 23,13-19) antes de la conclusión de la alianza narrada en Ex 24,3-8, de modo que ahora Ex 34,14-26 es realmente la repetición de los mandamientos que habían sido promulgados con anterioridad (Ex 23,13-19) y que acompañaron la conclusión de la alianza (Ex 24,3-8). Prescindiendo de divergencias concretas, fácilmente comprensibles, Éx 23,13-19 corresponde por completo a Ex 34,14-26, sólo que en Ex 23,13-19 faltan los preceptos que se contienen en Ex 20,22-23,12; es decir: Éx 34,17 = Ex 20,23; Éx 34,19-20 = Ex 22,28-29 y Ex 34,21 = Ex 23,12. Por consiguiente, el autor de Ex 23,13-19 debió de encontrar ya el bloque Ex 20,22-23,12 en su lugar actual, o fue él mismo quien lo incluyó aquí. 

3. La interpolación de B 

  1. Este amplio bloque es también una interpolación. Interrumpe el relato elohista, en el que Ex 24,3-8 sigue directamente a Ex 20,18-21,1-17, y no encuentra sitio ni en J, donde Ex 34 sigue inmediatamente a la acción yahvista de Ex 19. 20, ni en L, que no parece haber conocido ninguna ley promulgada en el Sinaí. Ya hemos visto que, debido a esta interpolación, ha tenido lugar una transposición en el relato E, y que en Éx 24,3 (E) se han incluido las palabras  “todos los decretos”. Pero hay también otras razones a favor de que Ex 20,22-23,12 fue introducido en el relato del Sinaí en un segundo momento. En efecto, es evidente que tanto el núcleo básico de Dt 27,1-8 sobre todo los vv. 4-7, como el de Jos 8,30-35, especialmente los vv. que cuentan cómo Moisés, poco antes de su muerte, ordenó  que después de cruzar el Jordán alzara en el Garizín un altar de piedras no talladas, y cómo Josué ejecutó dicha orden, están relacionados con la ley sobre el altar que aparece al comienzo del “Libro de la Alianza” de Ex 20,24-26, y pretenden informar sobre el contenido y ejecución de dicha ley. Resulta que el “Libro de la Alianza”, tan rico en preceptos, sólo se repite precisamente éste, en Dt 27,4-7; y es claro, como todos admiten, que Jos 8,30-35 no encaja en su puesto actual. Los israelitas sólo han avanzado hasta Ay (8,1-29). El centro de Canaán y la totalidad del norte no han sido aún conquistados y las batallas que decidirán su ocupación no aparecen hasta los Jos 10 y l l. Antes de ellas es completamente imposible que se erigiera un altar israelita en Siquén. 
  2. Según cierta teoría, Jos 8,30-35 es una tradición divergente de la de Jos 1,1-8,29 y presupone que Israel no cruzó el Jordán por Jericó, sino más al norte, a la altura de Siquén; por eso pudo alzarse un altar inmediatamente después de cruzar el río. Pero esta explicación no satisface tampoco: dicha tradición no ha dejado el más mínimo rastro en otros sitios y habría que admitirla sólo para nuestro pasaje, La solución consiste en atribuir Dt 27,4-7 y Jos 8,30-35 al autor que introdujo el “Libro de la Alianza” en su contexto actual. Pero no le bastó insertarlo en el contexto narrativo; quiso anclarlo, en él, pmás fijamente, haciendo repetir a Moisés su prescripción inicial y mostrando luego como Josué la llevó a cabo. 
  3. El motivo para localizar la erección del altar, símbolo de la entrada en vigor de la Alianza, en el Garizín, junto a Siquén, pudo tomarlo el redactor de una tradición sobre una alianza en Siquén, de la que existen testimonios en otros pasajes (Jos 24; Dt 27,11-26): Ya que estos pasajes se introdujeron cuando D y P no se habían combinado aún con las fuentes más antiguas del Pentateuco, que es decir, cuando aún no pertenecían al Pentateuco Éx 35-40, todo  el Lv, Nm 1,1-10,28, amplias secciones del resto de Nm, ni Dt 1-26),  el primer pasaje no estaba muy lejos del final del “Libro de la Alianza”, es decir, del relato de la alianza en el Sinaí, No sabemos por qué se eligió como segundo pasaje el inadecuado que sigue a Jos  8,29. Cabría pensar que el montón de piedras mencionado al final de Jos 8,29 ha provocado la mención del altar de piedras sin tallar de Jos 8, 30-31. Semejante combinación mecánica habría que atribuirla a un redactor. Un hecho confirma que Dt 27,4-7 y Jos 8,30-31 proceden del interpolador del “Libro de la Alianza”: el interpolador del Deuteronomio, introducido también más tarde en el contexto narrativo del Pentateuco, que reelaboró Dt 27,4-7 y Jos 8,30-31 a fin de utilizar ciertos pasajes para el Deuteronomio. 
  4. Igual que el Dt pretende sustituir al “Libro de la Alianza”, también los eslabones destinados a insertar B en el contexto narrativo se ponen ahora al servicio de D. El que esto pudiera suceder demuestra que aún no se había olvidado la auténtica intención de Dt 27,4-7 y Jos 8,30-31. Por consiguiente, todo el “Libro de la Alianza” (Ex 20,22-23,33) es secundario. Con respecto a Ex 23,20-33 hemos mostrado que sólo son secundarios en su puesto actual; en sí mismos, es decir, en su sitio primitivo (detrás de Ex 34,28), son parte de J y E. En el caso de Ex 23,13-19 resultó tratarse de una anticipación de Éx 34,14-26; por su contenido también forma parte del relato antiguo, en concreto de J. 
  5. ¿Podemos decir algo más preciso sobre el origen y época de composición de Ex 20,22-23,12? Antes hay que decidir si Ex 20,22-23,12 puede ser considerado una unidad. Ya hemos visto que se trata de una yuxtaposición de diversos elementos: prescripciones cultuales (Ex 20,22-26), normas jurídicas  (Ex 21,1-22,16), instrucciones religiosas y morales (Ex 22,17-23,12); pero precisamente por eso podría constituir una unidad superior. Y así parece ocurrir. Es cierto que el intento de hallar aquí, al menos en Éx 21,2-22,16, una estructura artificial a base de décadas y péntadas no ha tenido éxito. Especialmente en los mandatos de 22,17-23,12 falta un principio ordenador o, si lo encontramos, no carece de objeciones, lo cual está condicionado en parte por los añadidos posteriores. Pero la coordinación de prescripciones cultuales, normas jurídicas, instrucciones religiosas y morales, con fuerte predominio de las prescripciones cultuales, no parece que haya surgido por casualidad, sino por obra de un redactor; sobre todo, teniendo en cuenta que también el Dt y la “Ley de Santidad” poseen la misma estructura.

4. Fecha de composición del “Libro de la Aluanza”.

  1. Podemos decir algo sobre la fecha de composición y sobre la tendencia de este programa? Ya que Ex 20,22-23 (que se distinguen por el uso del «vosotros» cuando en el resto se usa «tú», a excepción de 22,21; 23,9b.25aa) los incluyó probablemente el interpolador de Ex 20,24-23,12(33), que pretendía con ellos tender un puente desde el decálogo (Ex 20,1-17) y sus efectos (Ex 29,18-21) hasta el código, hemos de considerar Ex 20. 24-26 como su auténtico comienzo.  Empieza, pues, con una instrucción claramente polémica contra los refinamientos en la construcción del altar y contra la limitación del culto a un solo santuario; el altar debe ser de tierra, y se afirma expresamente que Yahweh se aparecerá al creyente y lo bendecirá en cualquier sitio donde Él dé motivo para adorarlo —mediante una teofanía— o donde se Io invoque; luego permite el altar de piedras, a condición de que las piedras sean sin tallar y el altar no tenga escalones. Por consiguiente, en el ámbito donde surgió esta obra legislativa debía darse una tendencia a construir altares lujosos y a centralizar el culto; si entre las muchas normas del “Libro de la Alianza” hay una que lleve la impronta de un determinado momento histórico y que facilite su datación sería ésta. 
  2. Ciertos movimientos espirituales aferrados a la sencillez primitiva, que protestaban contra el culto refinado, dependiente de modelos extranjeros, se dieron en distintas ocasiones de la historia religiosa de Israel. Uno de ellos fue el movimiento que tuvo lugar en el Reino Norte hacia mediados del siglo IX, acaudillado por Elías, Eliseo y los recabitas, que condujo a la revolución de Jehú. Por eso se atribuyó el origen de las «palabras» especialmente de las normas sobre el altar, a los círculos relacionados con Eliseo; y se ha sostenido con frecuencia la idea más general de que B nació en el Reino del Norte. Pero cabe pensar con el mismo derecho en el Reino del Sur. En el segundo caso, se lo relaciona con la reforma de Josafat (2Cr 17,7-9) mientras otris dicen que nació en Cades, en Transjordania por Moisés, o al menos en  su época. 
  3. No hay, pues, argumentos concluyentes ni para la fecha ni  para el lugar de composición del “Libro de la Alianza”, y tendremos que contentarnos con saber dos cosas: tanto sus normas jurídicas como sus mandamientos éticos y litúrgicos permiten sostener la idea de que surgió en el primer siglo después de la conquista de Canaán; en todo caso, debe ser anterior al Deuteronomio, compuesto en el siglo VII o tal vez a fines del VIII, ya que éste lo presupone y lo ataca.. 

5. El “Libro de la Alianza” y el Sinaí 

  1. Una última cuestión. Cuando el “Libro de la Alianza” era independiente (Ex 20,24-23,12), ¿pretendía haber sido revelado a Moisés en el Sinaí, y por éste al pueblo, o carecía de tales pretensiones y era considerado una especie de declaración atemporal de la voluntad divina, revestida con la forma de un discurso de Dios al pueblo? 
  2. Prescindiendo de la conclusión posterior (Ex 23,20-33), no se advierten en los mandamientos referencias a la situación precananea, tan frecuentes en otras leyes (Dt 12,1.10.29; Lv 18,3; 19,23; 25,1.2•, 26,46). No  hemos de tener en cuenta Éx 20,22, que se refiere claramente a los sucesos del Sinaí, ya que es secundario, y lo mismo ocurre con la parte del título de Ex 21,1, donde se ordena a Moisés: «(Y  éstos son los decretos que pronunciarás en presencia de ellos». Por tanto, es muy posible que origmariamente B no tuviera “testimonium e silentio”, no son decisivas. También es posible que el “Libro de la Alianza” cuando era independiente, tuviera una introducción muy breve parecida a ésta: «Yahweh dijo (a Israel) en el  «Yahweh pronunció en el Sinaí estas palabras».

Jaume González-Agàpito






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