LA MISA DOMINICAL: A/3

Parroquia de Pedralbes
La Misa dominical
Sugestiones de Mons. Jaume González-Agàpito para la plegaria y para la preparación individual
Año A, Domingo 3, 22 de enero de 2023
Is, 8, 23 – 9, 3; 1Cor 1, 10-13. 17; Mt 4, 12-23

La invitación de Cristo

  1. Pablo dice con vehemencia: “Poneos de acuerdo y no andéis divididos”. ¿Qué diría de nuestras Iglesias de hoy? Divididos confesionalmente: ortodoxos, católicos, protestantes, anglicanos, etc. Divididos en el interior de nuestra misma Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Pablo vuelve a clamar:” ¿Está dividido Cristo?”. Tú y yo tenemos la costumbre de echar la culpa a los demás. “El mundo está tan mal, por culpa de esos desalmados que no son yo mismo”.

2. ¿En un mundo dividido, nosotros aportamos una Iglesia dividida? No pienses en los protestantes… Nuestra Iglesia aparece, una y otra vez, dividida. Con opiniones, partidos, banderías contrapuestos. Quizás nos falta alguien que “no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo” sino de manera clara y rotunda, nos diga: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”. Convertir nuestra mente, nuestra ideología, nuestros intereses, nuestra misma persona, cuando no es luz en las tinieblas.

3. Cristo nos dice a todos: “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres”. En la vorágine de estar todo el día repasando y repasando nuestras redes rotas, ¿Oigo la invitación del Señor?

Galilea de los gentiles

4. Nos dice Isaías que “el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí y que ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles”. Cristo va a predicar a una región nefasta, poblada de griegos, toda ella un verdadero torbellino de negocios. Hoy, ya que no le oímos los que hemos sido personalmente llamados por él, ya que nos hemos tapado nuestros oídos con las obras de la iniquidad que nos corroen, Cristo va a predicar, también hoy, “al pueblo que caminaba en tinieblas, a los que habitaban en una tierra de sombras”. Ellos, en la nefasta Galilea, paganizada y poco observante, “han visto una gran luz”.

5. A ellos, a los que “yacían en las tinieblas” les “acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro los quebrantaste como el día de Madián”. Es el cetro del Maligno que, en ellos, ha sido roto: por la luz de Cristo y por el amor a Dios y al prójimo.

“Ven y sígueme”

6. A éste que “recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo”, yo levanto mi plegaria. Para que sea capaz de convertirme. De cambiar de vida y de valores. De aceptar la gran luz de Cristo que hoy, una vez más y por su infinita misericordia, resplandece, al otro lado del Jordán, en mi territorio tenebroso. Es el Hijo de Dios vivo quien quiere curar mis enfermedades y mis dolencias. Es él quien puede librarme del miedo de morir. Él me enseña el camino verdadero: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, ven y sígueme”.

7. Yo digo: ¿Cómo voy a vender todo lo que tengo? ¿De qué voy a vivir? Necesito algo en qué sostenerme y de qué sostenerme. Pero, la tiniebla, las sombras de la muerte en las que estoy echado me impiden ver y entender. “No os preocupéis sobre qué comeréis y con qué os vais a vestir”. De ello se ocupa vuestro Padre celestial. “No me convierto porqué me cuesta mucho atravesar el Jordán para ir a la Tierra Prometida”. “Mi cristianismo tiene que ser más moderado, más racional”. He aquí la excusa.

8. Cuando salga de la iglesia, hoy, voy a encontrar, de nuevo mi mundo. En él, hay cosas buenas y mucho egoísmo mío. ¿Seré capaz, hoy, de vaciar las alforjas, de dejar las redes, de no atender a la urgencia de repararlas, para seguir a Cristo?
Hoy voy, con los que quieran acompañarme, a intentar seguir a Cristo que me llama. Si tengo miedo, me acordaré de mis tinieblas y miraré su luz. Si fracaso, esperaré que vuelva a pasar su misericordia.

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