MISA DOMINICAL: SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DE TODO EL MUNDO Año B 24/11/2024

Dn 7,13-14; Ap 1,5-8; Jn 18,33b-37

Reflexiones de Mons. Jaume González – Agápito para la oración y para la preparación personal.

I. La entidad del “Rey Jesús”.

  1. «Mi realeza no es cosa de este mundo. Si fuera de este mundo, mis hombres habrían luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Y es que mi realeza no es de ahí».
  2. Pero Pilato quiere una aclaración: «Por tanto, quieres decir que eres rey». Jesús contestó: «Tiene razón: yo soy rey. Mi misión es la de ser un testimonio de la verdad; por eso he nacido y por eso he venido al mundo: todos los que son de la verdad escuchan mi voz».

II. La apocalíptica proclamación celestial de la soberanía eterna y universal de Cristo Jesús

  1. “Vi venir en medio de las nubes del cielo como un Hijo de Hombre, se acercó al viejo venerable, le presentaron ante él y le fue dada la soberanía, la gloria y la realeza, y todos los pueblos, tribus y lenguas le darán homenaje. Su soberanía es eterna, no perecerá nunca, su realeza no decaerá”
  2. “Jesucristo es el testimonio fiel, el primer resucitado de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra. Él nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados con su sangre para hacer de nosotros una casa real, unos sacerdotes dedicados a Dios, su Padre; que le sea dada la gloria y el poder por los siglos de los siglos”.

III. La Parusia: proclamación definitiva de Cristo Rey

  1. “Mirad, viene sobre las nubes, y todo el mundo lo verá con los propios ojos, hasta aquellos que lo traspasaron, y todas las familias de la tierra se lamentarán por él”. Significación universal de la entidad gloriosa del Hijo del Hombre humillado, paciente, crucificado. Afirmación definitiva del nombre y del poder del Señor Jesús: partidarios y adversarios se arrodillarán ante él, en el cielo, en la tierra y en el infierno.
  2. El Lógos hecho carne y glorioso manifiesta su gloriosa identidad, desde el ‘principio’ y como destino: “Yo soy la Alfa, la primera letra del alfabeto, y la Omega, que es la última, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que debe venir, el Dios del universo”.

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