BASE FILOSÓFICA DE AGUSTÍN DE HIPONA

  1. Para Agustín, la fe no es suficiente para acceder a las profundidades de la revelación bíblica. A los diecinueve años, se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Poco a poco, fue cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no están necesariamente en oposición, sino que su relación es de complementariedad. La fe constituye una condición inicial y necesaria para penetrar en el misterio del cristianismo, pero no una condición final y suficiente. Es necesaria la razón. La fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados]​
  2. Agustín encuentra el punto de partida para fundamentar su posición en el dilema fe / razón. Comentando un fragmento del “Evangelio según Juan” (17, 3), dice: “El Señor, con sus palabras y acciones, ha exhortado aquellos que ha llamado a la salvación a tener fe en primer lugar. Pero a continuación, hablando del don que debía dar a los creyentes, no dijo: «Esto es la vida eterna: que crean», sino: «Esto es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios, y a aquel que tú has mandado, Jesucristo».
  3. Se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas les dice: “Crede ut intelligas” («cree para comprender») y a los fideístas: “Intellige ut credas” («comprende para creer»).Agustín quiere comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.
  4. Agustín sistiene que la mente, mientras duda, es consciente de sí misma: si me engaño existo (“Si enim fallor, sum”). El camino hacia la certeza es la interioridad “(in interiore homine habitat veritas”) que por un proceso de iluminación se encuentra con las verdades eternas y con el mismo Dios. Y aquí aparece una de las más importantes afirmaciones agustinianas: Dios está en lo más íntimo de cada uno.
  5. El neoplatinismo aparece aquí con toda su intensifad: Las ideas eternas están en Dios y son los arquetipos según los cuales crea el cosmos. Dios, que es una comunidad de amor, sale de sí mismo y crea, por amor, mediante las “ rationes seminales” que explican el proceso evolutivo que se basa en una constante actividad creadora, sin la cual nada subsistiría. Todo lo que Dios crea es bueno, el mal carece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.
  6. Y aparece otra de las coordenades maestras del agustinismo: la concepción del tiempo. La noción de tiemp ya crea, ella misma, una gran perplejidad: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si debo explicarlo ya no lo sé». ​ A partir de esta perplejidad, ensaya Agustín una fecunda reflexión ontológica sobre la naturaleza del tiempo y su relación con la eternidad. El Dios cristiano es un Dios creador pero no creado. Consecuentemente, su ‘temporalidad’ es radicalmente distinta de la de sus criaturas. Dios se define a sí mismo como: «Yo Soy el que Soy», y añadió: «Así dirás a los Israelitas: “Yo soy me ha enviado a vosotros”».(Éxodo, 3,14). Por lo tanto Dios está fuera del tiempo mientras que los seres humanos son entidades estructuralmente temporales.
  7. Influido por el neoplatonismo, Agustín separa el mundo de Dios (eterno, perfecto e inmutable), del de la creación (dominado por la materia y el paso del tiempo, y por tanto mutable). Su análisis le lleva a la asimetría del tiempo. Esa asimetría procede del hecho de que todo aquello que ya ha pasado nos es conocido porque lo hemos experimentado y nos es fácil rememorarlo de forma presente, algo que no sucede con el futuro. Para Agustín, Dios creó el tiempo “ex nihilo” a la par que el mundo y sometió su creación al discurrir de ese tiempo, de ahí que todo, en él, tiene un principio y un fin. Dios, en cambio, está fuera de todo parámetro temporal.
  8. Agustín rechaza la identificación de tiempo y movimiento. Aristóteles define el tiempo como un recurso aritmético para medir un movimiento. Agustín sabe que el tiempo es duración, pero no acepta que esta se identifique con un movimiento espacial. La duración tiene lugar en nuestro interior y es fruto de la capacidad para prever, ver y recordar los hechos del futuro, presente y pasado. Agustín llega a la conclusión de que la sede del tiempo y de su duración es el espíritu. Es en el espíritu que se hace efectiva la sensación de duración (larga o corta), de discurrir del tiempo, y es en el espíritu donde se mide y compara la duración del tiempo. El espíritu tiene la facultad de prever aquello que llegará, fijarse en él cuando llega y conservarlo en el recuerdo una vez ha pasado.
  9. Agustín afirma: “Tres son los tiempos, presente de las cosas pasadas, presente de las presentes y presente de las futuras”. Porque estas tres presencias tienen algún ser en mi alma, y solamente las veo y percibo en ella. Lo presente de las cosas pasadas, es la actual memoria o recuerdo de ellas; lo presente de las cosas presentes, es la actual consideración de alguna cosa presente; y lo presente de las cosas futuras, es la actual expectación de ellas”. (Confesiones, XI, XX, 26).

Jaume González-Agàpito

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