DIETRICH BONHOEFFER 2

  1. Bonhoeffer algo más de un mes después, en la carta del 5 de mayo de 1944, esboza una respuesta. Hay que hablar de Dios ‘weltlich’ (en la mundanidad, en la realidad de este mundo), tal y como habla de Dios el Antiguo Testamento, es decir, en la finitud de la contingencia y de las pasiones humanas, en el límite de la efemereidad y en la realidad temporal de las cosas que hace que el mundo sea mundo.

Éste fue su gran descubrimiento: la posibilidad de abordar la transcedencia de Dios en la contingencia limitadora y limitativa de la realidad de este mundo. Era un viejo problema que ya aparece en el Libro de la Sabiduría, en la Carta a los Romanos de Pablo y en su discurso en el Areópago (Hch 17, 22-31). El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que se mueve, Señor como es de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos de hombre ni tiene necesidad de ningún servicio de los hombres, él que a todos da vida, aliento y toda cosa, ha fijado unos tiempos precisos y los límites de los lugares donde los hombres deben vivir, para que busquen a Dios, no debemos pensar que la divinidad sea similar a imágenes de oro, de plata o de piedra, trabajadas por el arte y el talento de los hombres.

Así pues, ahora Dios pasa por alto los tiempos vividos en la ignorancia y hace saber a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse”. Pablo aquí, rescata a Dios del apriorismo del politeísmo idolátrico. Un paso más serà rescatarlo de apriorismos de la metafásica y del de la religión.

Mientras que el a priori metafísico imponía hablar de Dios como si nos situáramos fuera del mundo y más allá de sus límites, Bonhoeffer escribía: ?En este momento, mi reflexión se centra en cómo se podría renovar ‘weltlich’ (laicamente , en la mundanidad) – en el sentido de Jn 1, 14 – la interpretación de conceptos como arrepentimiento, fe, justificación, nuevo nacimiento, santificación”. Para él, en el Nuevo Testamento, el más allá y la victoria sobre la muerte se viven siempre ‘Diesseitigkeit’ (en el más acá) y remiten al hombre a la finitud en la historia.

En el “Esbozo de un estudio a propósito del tema de la mundanidad (Weltlichkeit) y Dios”, redactado en prisión, afirma Bonhoeffer que nuestra relación con Dios no es una relación religiosa. con el ser más elevado, más poderoso, que se pueda imaginar –ahí no está la verdadera trascendencia-, sino que consiste en una nueva vida “para los demás”, en la participación en la existencia de Jesús. No son las tareas infinitas e inaccesibles las que constituyen la trascendencia, sino el prójimo que encontramos en nuestro camino”.

En estas palabras aparece un concepto capital de la teología del último Bonhoeffer: “Cristo hombre para los demás” y el cristiano imitador de su Señor en este logro de la trascendencia en la humillación de la cruz.

Mons. Jaume González-Agàpito

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