EL PELAGIANISMO NO ES CATÓLICO
Algún ‘super-católico’ se inquietó con lo que aquà dije sobre el pelagianismo o semi-pelagianismo católico. Yo cité simplemente un brevÃsimo texto del Concilio Ecuménico de Trento. Hoy lo vuelvo a citar un poco más extensamente: el capÃtulo I y el IX del Decreto sobre la justificación.
Propongo leerlos, examinarlos y meditarlos.
Muchas geacias.
Jaume González-Agà pito
“CONCILIO ECUMÉNICO DE TRENTO
DECRETO SOBRE LA JUSTIFICACIÓN
Cap. I. Que la naturaleza y la ley no pueden justificar a los hombres.
Ante todas estas cosas declara el santo Concilio, que para entender bien y sinceramente la doctrina de la Justificación, es necesario conozcan todos y confiesen, que habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza, según se expuso en el decreto del pecado original; en tanto grado eran esclavos del pecado, y estaban bajo el imperio del demonio, y de la muerte, que no sólo los gentiles por las fuerzas de la naturaleza, pero ni aun los JudÃos por la misma letra de la ley de Moisés, podrÃan levantarse, o lograr su libertad; no obstante que el libre albedrÃo no estaba extinguido en ellos, aunque sà debilitadas sus fuerzas, e inclinado al malâ€.
“Cap. IX. Contra la vana confianza de los herejes.
Mas aunque sea necesario creer que los pecados ni se perdonan, ni jamás se han perdonado, sino gratuitamente por la misericordia divina, y méritos de Jesucristo; sin embargo no se puede decir que se perdonan, o se han perdonado a ninguno que haga ostentación de su confianza, y de la certidumbre de que sus pecados le están perdonados, y se fÃe sólo en esta: pues puede hallarse entre los herejes y cismáticos, o por mejor decir, se halla en nuestros tiempos, y se preconiza con grande empeño contra la Iglesia católica, esta confianza vana, y muy ajena de toda piedad. Ni tampoco se puede afirmar que los verdaderamente justificados deben tener por cierto en su interior, sin el menor género de duda, que están justificados; ni que nadie queda absuelto de sus pecados, y se justifica, sino el que crea con certidumbre que está absuelto y justificado; ni que con sola esta creencia logra toda su perfección el perdón y justificación; como dando a entender, que el que no creyese esto, dudarÃa de las promesas de Dios, y de la eficacia de la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque asà como ninguna persona piadosa debe dudar de la misericordia divina, de los méritos de Jesucristo, ni de la virtud y eficacia de los sacramentos: del mismo modo todos pueden recelarse y temer respecto de su estado en gracia, si vuelven la consideración a sà mismos, y a su propia debilidad e indisposición; pues nadie puede saber con la certidumbre de su fe, en que no cabe engaño, que ha conseguido la gracia de Diosâ€.