JESÚS RESUCITADO NO ES UN FANTASMA : ES EL ACCESO AL DIOS DE LOS PADRES DE LA FE

1. Jesús resucitado no es un ‘fantasma’

En el capítulo 24 del Evangelio según Lucasse lee:  “[…] se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma”. A muchos de nuestros conciudadanos quizá también les pueda resultar extraño y fantasmal Jesús resucitado y glorioso. Pero, quizás más su alegación: “No temáis, soy yo. ¿Por qué os espantáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies. Soy Yo en persona. Tocadme y convenceros: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Pero ya el colmo es cuando Jesús resucitado pregunta: “¿Tenéis aquí algo de comer?”. Aquí quedan rotas todas la vallas de la racionalidad y del “sentido común”. ¿Un resucitado puede comer?

La clave la da Cristo mismo: “ Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su nombre a todas las naciones .[…] invitándolas a que se conviertan y sean perdonadas de sus pecados. Ustedes son testigos de todo esto””. No se trata de una nueva situación ‘fantasmal’, sino del cumplimiento de la gran promesa mesiánica de conversión y de perdón.

2. El Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo, Jesús,

“Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. […] Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepentiros y convertiros para que se os perdonen vuestros pecados”. El Dios de los padres de la fe ha glorificado a Cristo Jesús y, así, se manifiesta su voluntad de perdón y de gracia. 

El gran pecado de Israel ha sido haber al Santo, al Justo, y haber pedido el indulto de un asesino; así dio muerte al autor de la vida, pero ahora es la misma Vida en el resucitado glorioso la proclamación del perdón.

3. Jesucristo es nuestro abogado ante el Padre

“[…] Tenemos un abogado ante el Padre: es Jesucristo, el Justo. El es la Víctima por nuestros pecados y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero”. Estas palabras de la Primera Epístola de San Juan son la fuerza de todos los cristianos: nuestro abogado, defensor y valedor es Nuestro Señor Jesús el Cristo, humillado, muerto y resucitado. 

La certeza del perdón de Dios no es simplemente una verdad ética, moral o ascética: es la  certeza de “haber conocido al Dios vivo y verdadero”.  La prueba de que conocemos a Dios: es precisamente que cumplimos sus mandamientos. “Quien dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él”.

4. Los mandamientos divinos son la certeza de su conocimiento y la realidad de nuestro amor a Dios.

La certeza de nuestro amor a Dios está en el cumplimiento de su palabra: amamos perfectamente a Dios y, precisamente en esto, conocemos que estamos unidos a El, en que cumplimos sus mandamientos”.

Es una unión ‘misteriosa’ y ‘sacramental’ la que nos lleva al conocimiento de Dios cuando cumplimos su voluntad. Precisamente en ello nos sabemos realmente amados por Dios y ‘justificados’: santificados por él mismo Dios que perdona nuestros pecados.

Jaume González-Agàpito

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