LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA 3. Los ‘errores’ bíblicos

15. Algunos, para defender la libertad y las cualidades del hagiógrafo y queriendo explicar eventuales imprecisiones o ‘errores’ fisico-históricos, trataron de restringir lo más posible la parte correspondiente a Dios.

  1. Se llegó a decir que algunos libros históricos podían llamarse inspirados (Lessio y Bonfrère) o realmente lo eran (D. Haneberg) únicamente por haber sido declarados como inmunes de error y haber sido aprobados por la Iglesia. A eso de le llamó “inspiración subsiguiente”. Pero no se percataban de que de tal suerte el libro, ya que era escrito por el hombre, por más que hubiere sido aprobado por la Iglesia, no pasaba de ser meramente humano y nada tendría de divino. Dios no sería entonces su autor.
  2. G. lahn sostuvo que para darse la inspiración bastaba la simple asistencia del Espíritu Santo, como la que es concedida al Papa cuando define solemnemente una verdad de fe. Esto lo preserva de todo error. Pero es evidente que tal asistencia negativa hace el libro ‘infalible’, pero en manera alguna ‘divino’, como lo exigen los datos de la Biblia y de la Tradición. Nadie ha llamado jamás ‘divinas’ a las definiciones solemnes e infalibles del Papa, y no se pueden comparar con la palabra de Dios, la Sagrada Escritura.
  3. Franzelin, a quien siguieron muchos hasta que apareció la encíclica Providentissimus Deus de León XIII, para asegurar la 1ibertad del hagiógrafo creyó que debían distinguirse los cometidos atribuyendo las ideas a Dios, y su reducción a palabras y al ropaje literario al hagiógrafo. Era una vivisección desprovista de lógica, contraria a la psicología: en nosotros no se dan las ideas puras, que estén enteramente separadas de las palabras. Pero sobre todo era una incomprensión de la tradición: autor = escritor. Recuérdense las citas que hemos hecho de San Gregorio: escribió el que dictó (inspiró). Franzelin quiso proceder en forma abstracta; Dios es autor. Veamos si puede decirse siquiera eso, puestos en el caso de que sólo hubiese dado las ideas, colocándolas en la mente del hombre, como si se colocaran en una pinacoteca cuadros incompletos, para que allí se les retocara y se les conservara. Pero los Padres de la Iglesia, siguiendo los pasos de los apóstoles, insisten en que se deben considerar incluso las palabras como divinas o que se las haga depender de Dios, y por tanto como punto de apoyo para argumentar (cfr. Heb 8, 13; 12, 26). Y en cuanto a las mismas ideas, son de Dios y juntamente del hombre. Prácticamente no hay ni un solo instante en que el hombre obre por sí solo, como tampoco se realiza nada por parte de Dios si no es por medio del hombre.
  4. Y los escritores posteriores que quisieron restringir la inspiración a solas las verdades dogmáticas (F. Lenormant, S. Di Bartolo), admitiendo el error en las otras partes, además de oponerse a cuanto acabamos de exponer, atentan directamente contra el principio universalmente atestiguado por los Padres y por el Magisterio infalible de que toda la Sagrada Escritura es inspirada y no puede hallarse en ella error alguno.

16. La causa del error, especialmente en estos últimos escritores, y también en muchos de los precedentes, estriba en no haber distinguido entre inspiración y revelación. Todo es inspirado en la Biblia, pero no todo es revelado[1]. La revelación Ileva consigo la comunicación del objeto por parte de Dios, la de la misma materia que se ha de exponer. Pero ordinariamente el hagiógrafo escribe’ lo que conoce con sus fuerzas, lo que ha aprendido diligentemente[2]. Lo esencial, como decía Santo Tomás, es la luz divina para juzgar el objeto percibido, sea por revelación, sea por vía natural con el estudio y la investgación. Así los evangelistas nos cuentan lo que ellos mismos (Mt, Jn) han visto, o lo que han aprendido (Mc, Lc) de viva voz de los apóstoles.

17. Santo Tomás establecía una tajante distinción entre

  1. la selección
  2. la preparación del material
  3. la redacción escrita.

La acción de Dios comienza con el principio de la composición ; la preparación previa no pertenece a la inspiración. En otros términos: Escritura no debe considerarse como un libro creado y dado al hombre a manera de comunicación, aunque sólo sea parcial, de la divina omnisciencia; Dios ha querido hablar a los hombres, comunicarse con ellos por escrito, por medio de otro semejante a ellos, adaptándo a la mentalidad de éste, a la nuestra, la Sagrada Escritura.

18. Santo Tomás sintetizó perfectamente toda la doctrina católica en este principio: Dios autor instrumental[3]. Para explicar el proceso de la acción de Dios sobre las facultades del hagiógrafo basta desarrollar el principio principal, el hagiógrafo autor ontológico de la causa instrumental. La causa agente puede ser doble: principal e instrumental. La primera obra por sola su propia virtud; la segunda sólo obra en virtud de una moción previa que recibe de la precedente. Para tal acción el instrumento es elevado a una capacidad superior a su naturaleza, adecuada a la virtud del agente principal, y es también aplicado a la acción. El pincel tiene una virtud que le es propia, la de extender los colores, mas para pintar un cuadro es preciso que el artista lo aplique y le comunique su capacidad: extender los colores siguiendo determinados dibujos y reglas. Así el instrumento, además de su propia capacidad, adquiere otra más elevada, superior a su naturaleza. No se da un momento en que el pintor por sí solo, y menos aún el pincel solo, actúen en orden a obtener el efecto que, por lo mismo, es todo del uno y todo del otro, aunque de manera diferente, pues al instrumento solamente le pertenece por la virtud que le ha comunicado el principal agente.

19. Ha de tenerse también en cuenta que el instrumento no cambia de naturaleza en manos del artista: si era defectuoso, defectuoso se queda, y pone en acto la virtud recibida del agente principal aplicando al efecto su propia capacidad tal cual es. Por consiguiente nada tiene de extraño el que en el efecto se comprueben las huellas de los que han concurrido juntos para producirlo, y de ahí los eventuales defectos del instrumento. Para escribir un libro:

  1. El entendimiento :
  1. debe concebir las ideas, coordinarlas para emitir juicios y finalmente declararse en pro de su verdad y certeza
    1. ha de formular la decisión de ponerlos por escrito para comunicarlos a los demás, puesto que este trabajo intelectual podría quedarse en la fase de simple ‘concepto’
    1. ha de seleccionar y procurar la forma externa (o ropaje literario) más congruente: género literario, estilo, elección de vocablos, etc.
  • El juicio (llamado práctico) del entendimiento mueve la voluntad que mediatiza la actuación y la inicia.
  • La voluntad mueve y aplica todas las otras facultades inferiores ejecutivas: memoria sensitiva, fantasía, nervios, etc.

20. Para la concepción de las ideas Dios aumentando la luz de nuestro entendimiento desde su interior. Los escolásticos llaman “entendimiento agente” a nuestra facultad en su primer acto, en relación con la concepción de la idea. Los objetos externos penetran en nosotros a través de los sentidos que transmiten a la fantasía la imagen sensible de aquéllos (= especie sensible expresa). Tal especie es transformada por la luz del entendimiento, y así se hace capaz de expresar la idea inmaterial. Esta segunda operación (del entendimiento posible, según la terminología escolástica) está íntimamente enlazada con la primera, incluso en orden a la cualidad de la idea: si la luz es poderosa, la idea es clara, distinta. Se nos habla de intuición, de genio: es la potencia de nuestro entendimiento, que en ciertos viene robusteciendo, en algunos hombres es extraordinaria.

21. Así, pues, la acción de Dios sobre el entendimiento es doble: fortalece y eleva la luz natural, y luego aplica y eleva al entendimiento de modo que exprese la idea, formule juicios, etc. Por consiguiente, la idea y los juicios son divinos y humanos. He ahí por qué no pueden contener errores, o sea que son infalibles. El efecto no tiene esa característica sino por la virtud divina que se comunica al hombre. De igual modo obra Dios respecto del juicio llamado ‘práctico’, Algunos católicos habían pensado que la acción divina comenzaba aquí.

En realidad, el entendimiento vuelve sobre las ideas ya formuladas y las aprueba, por lo que sería suficiente que el influjo de Dios recayese sobre tal revisión para estar seguros de su verdad. Pero en tal caso las ideas, en cuanto a su concepción, no pasarían de ser humanas y sólo humanas, siendo así que se trata de ideas divinas. León XIII dice claramente que la acción de Dios se ejerce sobre el hagiógrafo “para que conciba perfectamente” lo que Dios quiere. al emitir tal juicio el entendimiento. En su importante Encíclica Providentissimus Deus del 18 de noviembre de 1893, dice, en su número 42:

“No habrá ningún desacuerdo real entre el teólogo y el físico mientras ambos se mantengan en sus límites, cuidando, según la frase de San Agustín, “de no afirmar nada al azar y de no dar por conocido lo desconocido”[4].

Jaume González-Agàpito


[1] Cfr. Synave-Benoit, pp. 277-82, pp. 300-309, 335-38

[2] Lc 1, 1-5; II Mac 2, 24-30.

[3] Quodl. 7, a. 14, ad 5.

[4] S. Aug., In Gen. op. imperf. 9,30.

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