LA MISA DOMINICAL Año B, domingo 32, 10 de noviembre de 2024


1 Reyes17, 10-16; Hebr 9, 24-28; Mc 12, 38-44

Sugestiones de Mons. Jaume González-Agàpito para la plegaria i para la preparación individual

I. “Dió todo lo que tenía”.

  1. Vivimos en un mundo satisfecho, pero cruel y solitario. Confundimos el ser con el tener y morimos desposeídos de todo. La frivolidad y la exhibición carcomen nuestra sociedad. Hemos hecho el gran estropicio de querer construir una sociedad justa sobre la legalidad y no sobre la verdad de la justicia.
  2. Sólo cuando somos capaces de “vivir en el hoy de Dios” y en la “dinámica de lo provisional” aprovechamos de nuestra caducidad. “De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde lo que lo anima”.
  3. Los grandes maestros del cristianismo enseñan a renunciar a todo para alcanzar la libertad de los hijos de Dios. La mayoría de los cristianos, sin embargo, les han dado la espalda. Algún despiadado incluso les ha prometido la salvación a buen precio y sin desprenderse de demasiadas cosas: sólo lo necesario para que el bulo prospere.

II. La viuda pobre

  1. El episodio de la viuda pobre es la conclusión, en el Evangelio según Marcos y también en el según Lucas de los relatos de las hazañas de Jesús y de las recopilaciones de sus enseñanzas orales. Está colocado precisamente antes del “pequeño Apocalipsis” y del relato de la Pasión.
  2. Aquí se plantea una última decisión. Los ricos echan lo superfluo de sus haberes en el tesoro, el cual no significa para ellos ninguna pérdida considerable: Jesús acababa de decir: “Recibirán una condena mucho más grave”.
  3. La viuda echa con las dos pequeñas monedas de cobre todo el sustento de su vida. Lo hace libremente y sin que nadie, excepto Dios, sepa que es todo lo que tiene. No se han intercambiado ni una palabra con Jesús, pero, Cristo la presenta como ejemplo y como recapitulación de su enseñanza.
  4. Quizás, qpsin conocerlo, es de las que ha entendido mejor el fondo de sus predicaciones. A ella no se le promete, como a la de Sarepta ningún premio. Es que el servicio a Dios es pura gratuidad: tiene su recompensa en él mismo.

III. “Haz antes una pequeña hogaza para mí.”

  1. QaqqLa historia de Elías y de la viuda de Sarepta, en la primera lectura, es como la recapitulación de todo el Antiguo Testamento también. Se trata de una obediencia hecha servicio, más allá de la vida y de la muerte. El profeta pretende que le dé la mujer la última y mísera porción de lo que, ella y su hijo, van a tomar antes de morir de hambre.
  2. QaElías pretende esta cosa que parece rayar en la maldad. Hay todo un clímax y una verdadera gradación en el relato. La mujer va de la sorpresa y la rebelión a la obediencia. Sigue la acción generosa de anteponer el servicio al enviado de Dios a la propia y extrema necesidad.
  3. Empieza con el “no temer”, las palabras que Dios usa tan a menudo con personas asustadas, cuando les manda algo. La desesperada mujer se reconvierte en un instrumento útil y se convierte en dúctil. Luego sigue, en un primer momento, la orden de preparar para Elías la pequeña hogaza, la misma que ella previó para si y para su hijo [sus hijos en la de losq LXX].
  4. Dqespués de la promesa de Dios que su provisión no faltará hasta el fin de la sequía. Este es el premio para quien, por obediencia, ha puesto en juego su propia vida y la de su hijo: ese es precisamente el elemento decisivo del renato. Las dos viudas, la de Sarepta y la del Evangelio marciano dan todo lo que tienen.

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