LA PUERTA ESTRECHA QUE INDICA JESÚS
Sugestiones de Mons. Jaume González-Agàpito para la plegaria i para la preparación individual de la Misa dominical.
Año C, domingo 21, 21 de agosto de 2022
Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc 13, 22-30.
- El Jesús ‘histórico’ en su viaje a Jerusalén en el Evangelio lucano, señala la “puerta estrecha”.
Para ese Señor, Jesús el Cristo, que, en todo el Evangelio según Lucas, hace un solo viaje a Jerusalén, todo lo demás, queda como provisional y en función de su destino.
“Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?””. Jesús le respondió: ” Esforzaros por entrar por la puerta, que es angosta, pues os aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán”. Hay que entrar por la puerta estrecha. La salvación, después de esta travesía por el mar de la vida, es sólo posible en la ‘barca’ que es la cruz de Cristo.
Pero el Señor Jesús añade. “Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, vosotros os quedareis fuera y os pondréis a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Pero él os responderá: “No sé quiénes sois”. Entonces le diréis con insistencia: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestra plaza”. Pero él replicará: “Yo os aseguro que no sé quiénes sois. Apartaos de mí todos los que hacéis el mal”. Entonces llorareis y os desesperareis”.
Este Jesús, está muy lejos de ese otro Jesús, que presentan los pelagianos e inventores de caminos de salvación. “No sé quienes sois” es la respuesta definitiva a los que se quieren salvar sólo porque “hemos comido y bebido contigo”. Él es claro y rotundo: “Apartaos de mí todos los que hacéis el mal”. - Son llamadas personas de todas partes para el sacerdocio y el levirato
Pero todavía hay algo que cumple la profecía del Trito-Isaías que hemos oído hoy: “Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua. Vendrán y verán mi gloria. Pondré en medio de ellos un signo, y enviaré como mensajeros a algunos de los supervivientes hasta los países más lejanos y las islas más remotas, que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria, y ellos darán a conocer mi nombre a las naciones. […] Mis mensajeros traerán, de todos los países, como ofrenda al Señor, a vuestros hermanos […] hasta mi monte santo de Jerusalén. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas”. Jesús dice claramente: “Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”. Es una forma de ‘reclutar’ que puede sorprender a los que se quejan hoy de la falta de vocaciones en nuestra tierra. - La corrección de Dios es signo de su amor
“[…] Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos”. Ese y no otro es el camino para entrar por la “puerta estrecha” en el seguimiento del camino de la pasión de Cristo.
“Dios nos trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?”. El camino de seguimiento a Cristo para entrar en la salvación es exigente y comprometedor. “Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad”. Hay que robustecer nuestras manos cansadas y nuestras rodillas vacilantes”. Es así como el camino nos parecerá más plano y llevadero y, en él, el cojo ya no tropezará, sino que, más bien, se sentirá aliviado.
La cristiana y el cristiano desconfiaran de todos los que le venden la salvación de manera mágica o por caminos fáciles y agradables. Nuestro único viaje a la salvación es por el camino de Jesús el Cristo, para entrar por la “puerta estrecha”. No es por los caminos inventados los que han renegado de la cruz de Cristo y proponen caminos parecidos a los que propusieron los estoicos, los budistas o los masones. El camino de Jesús es aceptar la cruz de Cristo como único navío apto para el viaje.