LA TRISTE FILOSOFÍA DEL SIGLO XX: 2. KANT EN EL SIGLO XX
- Despues de casi su extincioón ante el lpositivismo. constatamos una reanudación de interés por la filosofía alemana, en el último tercio del siglo XIX y concretamente por Kant.
- Lo Escuela de Marburgo, con su fundador, Hermann Cohen (1842- 1918), redescubrìa lo ‘apriórico’ mediante la analitica trascendental de Kant. Con la exclusión de la «cosa en sí»,
- Cohen acentúó el idealismo trascendental kantiano. Lo que le interesa es la formación rigurosa de una metodología de la generación de lo real a partir del pensamiento puro.
- Como Kant, la Escuela de Marburgo orientaba su atención, ante todo, a la ciencia matemática de la naturaleza.
- El objeto a determinar a través del proceso de constitución era, en primer lugar, el objeto de la física y la tarea fundamental de la justificación filosófica de las ciencias ’naturales’.
- Incluso la ética no tendrá como objeto las acciones y las omisiones del hombre, ahora se deberá ocupar del hecho mismo de la ciencia. La ética se convertirá en la lógica de las “ciencias del espíritu”.
- Un Kant, así entendido, podía ir, sin dificultad alguna, al lado de Newton, pero era inconciliable con Goethe. Para colaborar en la tarea del siglo, en la reconstrucción humanística del kantismo que tenía que liberarse de la estrechez cientifista y querìa fomentar el humanismo filisófico.
- Esta fue la obra que emprendió Paul Natorp.
- Pero, significó esto que Natorp se liberaba del neokantismo o, más bien, era una transformación de la filosoffa kantiana? O era su extincioón ante el lpositivismo. La evolución histórica posterior aboga más bien por la segunda interpretación.
- En Cohen, la subjetividad se veía amenazada a desaparecer tras la función lógica de la constitución trascendental del objeto.
- De ahí que Natorp exigiera para soslayar este peligro, el desarrollo de una psicología trascendental, un paso que iba a tener importantes consecuencias.
- Riichard Hönigswald hizo suya la idea y la desarrolló con originalidad.
- La forma que dio al análisis trascendental y que puso bajo el título de «psicología del pensamiento» hizo posible a la escuela de Marburgo sobrevivir a las catástrofes y a las revueltas que habrían de conmover el pensamiento a mediados del siglo XX.
- Esta corriente, algo retocada y enriquecida con motivos de la filosofía prekantiana, especialmente de la Monadologia de Leibniz, fue presentada por Wolfgang Cramer y Hans Wagner.
- Con el desplazamiento del centro de gravedad desde la objetivación científica al sujeto trascendental se planteaba, en toda su agudeza, el desligar de problema de todo idealismo trascendental.
- ¿Cuál es la relación que existe entre el sujeto trascendental, base de la validez intersubjetiva de la verdad, y el sujeto fáctico, la persona pensante y viviente?
- La respuesta de Hönigswald, que, mutatis mutandis, hacen también suya Cramer y Wagner, es la siguiente: la relación se establece en el sentido de una implicación recíproca.
- No fue éste, sin embago, el parecer de Natorp.
- Él, experimentó en sí, que la repetición de la posición de Kant introduce, en último término, dentro de aquel movimiento que había conducido a los idealismos absolutos de Fichte, Schelling y Hegel, es decir, mucho más allá de Kant.
- En la profundidad del yo fáctico quiso descubrir Natorp lo «eteino en su nmás, puro y simple como super-», «el fundamento eterno y la afirmación estricta significación»,
- «Lo superfinito eterna de la vida», actualizados en una afitmación total.
- El idealismo crítico se convertía así en una ‘metafísica’, en el sentido aristotélico de una filosofía primera, que quiso ser a la vez, conforme a la expresión del maestro Eckart, «una vuelta de todas las cosas a Dios».
- No fue Natorp el único que se adhirió a la lógica de un idealismo que necesariamente obliga a ir más allá de las precavidas limitaciones de Kant.
- Sobre el terreno abonado por el neokantismo brotaron también otros ‘idealismos’. Vuelven a resurgir de nuevo Fichte; Schelling, en sus dos dimensiones, el filósofo de la naturaleza y también el autor de las Investigaciones filosóficas sobre la libertad humana y sobre todo Hegel. Incluso cuando ya casi nadie se acordaba de J. F. Fries, brota a su sombra un neofriesanismo’.
- Estos renacimientos tienen siempre un carácter efímero y a todos ellos les une algún parentesco con la teología evangélica.
- Esto nada tiene de extraño en el caso de Hegel y Schleiermacher; Schelling encuentra un digno sucesor en el filósofo y teólogo Paul Tillich.
- Porfin, tuvo lugar un renacimiento que dio al traste con tantos ‘renacimientos’. A Cristoph Schrempf, párroco, se dedicó a traducir la obra de Kierkegaard, no muy exactamente, aunque sí, hasta cierto punto, con el mismo ‘genio’. La crítica que el inspirado danés hace de las altas especulaciones de su tiempo, es decir, de la obra de Hegel, y que Schremph había vertido al alemán con todo su vigor, produjo los efectos de una ráfaga en los retoños de la naciente especulación. De esta manera, en los años veinte el existencialismo ganaba la batalla al idealismo. El nuevo sentir exclamaba tan sólo: ¡Arrojaos en el abismo de la desesperación!
- No se puede hablar de la Escuela de Marburgo sin menzionar a Ernst Cassirer (1874-1945 ).
- Sin sucumbir a la tentación de las altas especulaciones lógicas, Cassirer permaneció ajeno, a la vez, al melodrama de la filidofía existencialista y a la problemática de la subjetividad trascendental.
- Para él, es el espíritu quien conforma dando sentito; se atiene, por lo tanto, a la idea de ‘función’ frente al concepto de ‘sustancia’ de la filosofía prekantiana.
- Cassirer amplía el reino de las formas más allá de las ciencias, hasta la riqueza de las figuras culturales, y llega así a una filosofia de las formas simbólicas.
- Detrás de la adusta fachada construida conforme al modelo de la Crítica de la razón pura se encierra, pues, todo el ‘ethos’ humano de un filósofo de la Ilustración.
- La lamada Escuela de Baden, que tuvo su sede principal en Heidelberg y a la que se la denomina «neo-kantismo alemán del sureste», es una escuela hermara en todo a la de Marburgo; también se propuso traducir las ideas del sabio de Könisgsberg al lenguaje de la moderna teoría del conocimiento.
- Lo sorprende la debilidad del neohegelianismo alemán en comparación con la fuerza que adquiere esta cortiente de pensamiento en la misma época, en Inglaterra, con la obra de F. H. Bradley y B.Bousanquet, y, en Italia, con la de B. Croce y G. Gentile.
- Sin embargo, se puede hablar, sin exagerar, de una omnipresencia de la influencia de Hegel en toda la filosofía alemana del siglo xx
- La escuela neofriesiana fue fundada porL. Nelson. I.
- La filosofia del espiritu y los idealismos recientes lo mismo que la de Marburgo se ocupó mucho más de las ciencias de la naturaleza y de la naturaleza misma, y más de las ciencias históricas que de la misma historia.
- Menos preocupada que la primera por el fundamento, que es razón e sí misno, se dedicó, con mucho más ahínco, a frenar la hegemonía de las ciencias de la naturaleza, encarnando los tesoros que encerraba la tradición y la formación filosófica. El papel que escogió fue el de abogado de las Gencias del espíritu, valiéndose para ello de una metodología filosófica.
- Wilhelm Windelband, en el famoso discurso que pronunció como rector de la Universidad de Estrasburgo, sobre la «historia y las ciencias de la naturaleza»(1894), introdujo la distinción de ciencias ‘idiográficas’ y ciencias ‘no-motéticas’.
- El primero de estos títulos serviría a las ciencias del espíritu como carta de legitimación de su cientificidad, tan duramente discutida.
- Heinnich Rickert (1863-1936), sucesor de Windelband en Heidelberg, hizo sentir su influencia en toda la Escuela; en el discurso de defensa en favor de las ciencias del espíritu,
- Rickert añade un motivo más: su obra Los limite de laconceptuación en la ciencia de la naturaleza. Una introducción lógica a las ciencias históricas (1896-1902), reeditada varias veces. En ella la influencia de Fichte es evidente extrema y exacerba el motivo dualístico de la filosofía kantiana, la distinción entre el ser y el deber.
- A “lo debido” se le bautiza con un término tomado de la economía política: el ‘valor’. Las ciencias inexactas, es decir, las ciencias históricas, se refieren a los valores en cuanto que «valen en sí», a diferencia de las exactas, que son ‘valorativas’ y, de esta manera, quedan justificadas como tales.
- Una cierta ceguera dominaba, sin embargo, estas sutiles disquisiciones. Rickert no se dio cuenta de que al separar la ontología de la axiología, no solamente legitimaba las ciencias del espíritu, sino que justificaba, a la vez, la concepción positivista del ser con todas sus consecuencias deshumanizantes. Tampoco se le ocurió pensar que el cliente defendido con tanto celo, la historia, podía convertirse a la larga, para una filosofía tan preocupada por el método, en un tirano más refinado y, por ello, mucho más peligroso que la naturaleza descifada matemáticamente. Las noticias de la amenaza mortal que encerraba en sí una ideología que se presentaba como “filosofía de la historia” no habían penetrado todavía, en ciertas mentes alemanas. Y así ocurrió que del reino de los valores», proclamado en nombre de Kant, se derrumbó, como castllo de naipes, al primer soplo de la historia. Lo que quedó en definitiva no fueron las construcciones artificiosas ni las distinciones demasiado arquitectónicas de Rickert, sino la concepción de la historia de la filosofía de Windelband, como historia de problemas y de conceptos que todavía hoy hace sentir la investigación filosófica.
Jaume González-Agàpito