LOS BIENES INMUEBLES DE LA IGLESIA
- La disciplina “Derecho Eclesiástico del Estado Español”, reducida actualmente a ser menos que una de las antiguas ‘Marias’ en la mayorïa de Facultades de Derecho del Reino de España, plantea dos riesgos muy importantes para la Iglesia Católica establecida en el mismo.
- Presentar la Iglesia Católica como una entidad legalmente única, unificada, mediatizada y gobernada únicamente por el episcopado español.
- Prescindir, por ignorància, por política o por malevolencia de las disposiciones del “Codex Iuris Canonici” y demás legislación canónica, de tal manera que todos los bienes diocesanos, parroquiales y de otras instituciobes u organizaciones canónicas, serían propiedad de una Iglesia Católica Española legalmente única y unificada que debería funcionar como la Compañía de Jedús, la Prelatura del Opus Dei o la congregación de los “Legionarios de Cristo”..
- La Iglesia Católica tiene una serie de organismos, como por ejemplo las parroquias, que tienen personalidad jurídica propia, con alguien que jurídicamente las representa y que, en observancia de las normas canónicas vigentes, dependen de la autoridad eclesiástica correspondiente, pero que no son un patrimonio único, propiedad de un único ‘amo’. En el caso de las parroquias, y pese al ‘episcopalisno’ reinante, éstas no son ni propiedad de la diócesis, ni menos del obispo de las misma.
- Una Iglesia regida por curas de pueblo “con olor de oveja”, quiere decir lo que dice el Papa Francisco, no lo que algunos en España han inventado. Ese cura o ese obispo “con olor de oveja” quiere decir ese párroco y ese ordinario diocesano que conocen, viven y aman a Cristo en su Iglesia, viviendo, rezando, asistiendo a los más pobres, ayudando a los más débiles, comiendo, riendo y acompañando, en su duelo, a los más tristes, pero todo con, en y para los cristianos de a pie.
- No quiere decir esa Iglesia aparentemente “pobre y sirvienta” , pero manipulada e instrumentalizada por los aparentemente “grandes y poderosos”, pero en realidad socialmente fracasados y necesitados de apoyo que, en nombre de la ortodoxia, nos han dejado una Iglesia casi ‘ortopédica’.
- Para el pueblo llano, para los cristianos de a pie, la iglesia parroquial es de la parroquia (por cierto, como dice el CIC), la Seo de Zaragoza es del arzobispado de allí, la catedral de Córdoba es del otro de allí y la Giralda es del otro de allá. Haber privado a las parroquias, a las diócesis y a tantas instituciones católicas del ejercicio de su personalidad jurídica (canónica y civil) en nombre del Concilio Vaticano II, es el gran disparate cometido en muchas diócesis españolas.
- Luchando contra en ‘centralismo’ romano, ahora tenemos nuestro propio Vaticano en la calle Añastro, número 1 de Madrid. Luchando por la valorización del episcopado y por su colegialidad, algunos han caído en la ‘episcopocracia’. Mucho obispo dice que quiere ser “pastor que huele a oveja”, pero algunos de ellos se han convertido, en muchas diócesis, en los amos y señores de toda SU diócesis, incluidos los bienes y las personas.
- Eso a la cristiana y al cristiano de a pie no les gusta. La Iglesia no es ninguna institución legalmente una y unificada que ha de defender sus 34.000 y pico de bienes inmóbiles. Es esa Iglesia, como concreta el Vaticano II y el mismo Derecho Canónico, que se toca, se ve y se vive en cada diócesis y en cada parroquia. A ellas (Iglesia de la diócesis y conjunto de ‘parroquianos’ en la parroquia) pertenecen los bienes inmóbiles apetecidos hoy por los profesionales de la política que mandan en España. Los bienes inmuebles de la Iglesia no son ni del papa, ni obispo, ni del párroco: son de la Iglesia aquí, allá o acullá. Pero tampoco no son ni del ‘pueblo, ni de la ciiudad, ni de la comunidad autónoma, ni del estado. Dejemos que cada comunidad eclesial defienda SUS bienes según Derecho.
Mons. Jaume González-Agàpito
Doctor en Derecho
Abogado nº 10965 del C. de Barcelona