MiSA DOMINICAL: Domingo 29 durante el año B

Is 53,10-11; He 4,14-16; Mc 10,35-45
Sugerencias de Mons. Jaume González-Agàpito para la preparación personal y para la oración.

I. Sentarse a la derecha y a la izquierda

  1. Jaime y Juan, los dos hijos de Zebedeo, esos “Hijos del Trueno”, puede ser saduceos, quieren los primeros lugares: «Concédenos que, el día que serás glorificado, podamos sentarnos el uno a su derecha y el otro a su izquierda». Parece lo que algún iluminado fundador proponía, en el siglo XX, a sus seguidores.

ii. El Hijo del hombre ha venido a dar su vida
como precio de rescate por todos los hombres.

  1. Jesús recuerda el texto que hemos leído del Trito Isayas: “El Señor quiso que el sufrimiento triturara a su Servidor. Cuando haya dado la vida para expiar las culpas, verá una descendencia, vivirá largamente, y, por él, el designio del Señor llegará a buen término. Gracias al sufrimiento de su alma ahora ve la luz; lo justo, con las penas que ha sufrido, ha hecho justos a los demás después de tomar sobre él las culpas de ellos”. Todo muy diverso de lo que propician los carreristas.
  2. La ignorancia dice que sí: “Ellos le dijeron: «Sí que podemos». Pero Jesús resutua la cuestión: «Es cierto, vosotros beberéis el cáliz que yo beberé y seréis bautizados con el bautismo con el que yo seré bautizado, pero sentaros a mi derecha y a mi izquierda no soy yo quien debe concederlo; es para aquellos a los que Dios lo ha reservado».
  3. Consecuentemente les propone su ‘camino’, muy diverso que el ‘camino’ de los que venden la santidad a kilos y a metros: “Jesús les respondió: “No sabéis qué pideis. ¿Podeis beber el cáliz que yo beberé y ser bautizados con el bautismo con el que yo seré bautizado?».

III. El camino del Gran Sacerdito: Jesús Cristo

  1. El clarevidente autor de la Epístola en los Hebreos explicita las razones teológicas: “ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos al sumo sacerdote que, atravesando los cielos, ha entrado ante Dios. Porque el gran sacerdote que tenemos no es incapaz de compadecerse de nuestras debilidades: él, al igual que nosotros, ha sido probado en todo, aunque sin pecar. Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia de Dios para que se compadezca de nosotros, nos acoja y nos conceda, cuando sea la hora, el auxilio que necesitamos”.
  2. Este “Gran Sacerdote” hace realidad su misericordia: “Quien quiera ser importante, debe ser su servidor, y quien quiera ser el primero, debe ser el esclavo de todos, como el Hijo del hombre, que no ha venido a mandar, sino a servir a los demás y a dar su vida como precio de rescate por todos los hombres».
  3. ¿Los cristianos y, sobre todo, los obispos, los presbíteros y los diáconos, han entendido todo esto? ¡Deseamos que sean sinodales en el camino “anti-carrerístico” que propone el querido Papa Francisco! Que se alejen de los neopelagianos que todavía se valen de la Iglesia para autopromocionarse y no dejan de criticar al Obispo de Roma en nombre de los cismas y las ortodoxias más impresentables.
  4. Pedir: «Concédenos que, el día que serás glorificado, podamos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda», no hay que tratar con el Crust, eso es precisanente “la obra de Dios” que corresponda únicamente al Padre celestial.

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