PÍO XII, EL 29 DE JUNIO DE 1943, EN SU ENCÍCLICA “MYSTICI CORPORIS”, ESCRIBÍA:
“Pero si nos fijamos en esa fuerza y potencia vital con la que toda la comunidad de cristianos se sostiene por su Fundador, no ya en sí misma, sino en los efectos de las criaturas que de ella brotan, consiste en aquellos dones celestiales que nuestro Redentor imparte junto con su Espíritu a la Iglesia, y juntos obra con su Espíritu, el dador de la luz celestial y el productor de santidad”.
El original latino para los católicos ortodoxos y para los pretendidos sedevacantistas:
“Si vero vitalem illam vim virtutemque, qua tota Christianorum communitas a Conditore suo sustentatur, iam non in semet ipsa, sed in creatis, qui inde oriuntur, effectibus spectamus, in caelestibus ea muneribus consistit, quae Redemptor noster una cum Spiritu suo Ecclesiae impertit, unaque cum Spiritu suo, supernae lucis dator sanctitatisque effector, operatur”.
A este Papa un servidor lo vió, el mes de agosto de 1957, a pocos metros, en Castelgrandolfo: Hacia menos de dos años que había reformado completamente los ritos de Semana Santa.
JGA