LA ATEOLOGÍA ESE INTENTO DE EXPLICAR FÍSICAMENTE LA METAIDEM

Michel Onfray, en el Prefacio de su
TRATADO DE ATEOLOGÍA, Parus, 2005, habla de:

La memoria del desierto”.

  1. Nos dice que la visión de un viejo pastor y su seguido, le da la impresión de conocer a un contemporáneo de Mahoma. El entorno geográfico y mentalle parece el mismo del Corán,con todo su anacronismo. También las tierras de Israel y Judea-Samaria, Jerusalén y Belén, Nazaret y el lago de Tiberíades, le parecen allámundos inmediatamente contramundos inventados por hombres cansados, agotados y secos. Afirma que “el monoteísmo nace de la arena”.
  1. Por la noche, su guía, Abdurrahman, reza. Tiene la impresión de “presenciar una escena primitiva, espectadora de un gesto probablemente coevo del primer trastorno sagrado de los hombres”. Al día siguiente, pregunta al retador sobre el Islam. Asombrado por el interés de un blanco occidental, rechaza cualquier referencia al texto, cuando intenta, el autor, citar el Corán. La fe del musulmán no soporta que se recurra a su Libro Santo para discutir el fundamento de una serie de tesis islámicas. Para él, el Islam es bueno, tolerante, generoso, pacífico. ¿La guerra santa? ¿La yihad decretada contra los infieles? ¿La fatwa arrojada contra un escritor? ¿El terrorismo hipermoderno? Cosas locas, por supuesto; pero, ciertamente no de musulmanes.
  2. ,”No le gusta que un no musulmán lea el Corán y se refiera a esta o aquella sura para decirle que tiene razón, si se extrapolan los versículos que confirman sus tesis. Pero, en ese mismo libro hay tantos textos que dan la razón al combatiente armado con el vendaje verde de sacrificio, al terrorista de Hezbolá bardado de explosivos, Me rozo la blasfemia. . .”. El chacal ontológico.
  3. Después, vuelve de nuevo al Corán, para hablar del cielo. “¿Realmente cree, Abdurrahman, en esa geografía fantástica, en sus detalles, o lo considera un símbolo? […],¿Y el infierno?”. Pero, el autor “está seguro de que se engaña, que se equivoca y que desgraciadamente nunca sabrá nada de esas cosas”.
    Sin embargo,,antes de entrar en el cielo, tendrá que dar cuenta de sus acciones y deberá expiar su culpa, su crimen, su asesinato, su pecado mortal, como dicen los cristianos.
  4. Abdu corría demasiado, no respetaba los límites de velocidad, no había visto venir el animal que agonizó bajo el chasis del coche. “Si hubiera respetado las normas de tráfico no habría cometido este sacrilegio: matar a un animal sin la necesidad de alimentarse de él”. ¡No nos pueden considerar responsables de todo lo que nos sucede! Abdurrahman, en cambio, cree que sí: Alá se manifiesta en los detalles y esta historia demuestra la necesidad de ser sometido a la ley, a las reglas, al orden, ya que toda transgresión, incluso mínima, se acerca, de hecho conduce directamente al infierno.
  5. Durante mucho tiempo, en sus sueños, lo veía impidiéndole entrar en el paraíso. Cuando hablaba de ello, se emocionaba. Su padreen el dīa más comprometido de su vida, tuvo que intentar expiar todo lo que pudo.
    Uno piensa que le será difícil entrar en el cielo sólo por haber convertido por la muerte de un chacal, otros imaginan tener derecho a la dicha por pulverizar la vida de miles de individuos, incluso musulmanes. Postales místicas
  6. El autor confiesa que, en su estancia desértica, ha visto a Dios a menudo. También en Bengasi, en Trípoli, en Cirene, en la isla Mauricio, en Nimbati, en Sevilla, en Nápoles, en Palermo, etc . Vió, además, a Dios en otros lugares, y de manera diferente: en las aguas heladas del Ártico, en la parte trasera de una cocina en La Habana, en Azerbaiyán, en Surahani, o incluso en Kioto, en los jardines zen. Esa había sido su curiosa teología. Igualmente vió dioses muertos, dioses fósiles, dioses sin edad; en Lescuraux, en Luxor y en Atenas.
  7. En ninguna parte dice el autor, ha despreciado al que creía en los espíritus, en el alma inmortal, en el aliento de los dioses, en la presencia de los ángeles, en los efectos de la oración, en la eficacia del ritual, en la fundamentación de los hechizos, en el contacto con los dioses, en los milagros a la hemoglobina, en las lágrimas de la Virgen, en un animal, efecto trascendental del mito egipcio, en los carretes de oración. Al chacal ontológico.
    Pero por todas partes comprobó lo mucho que los hombres se abajan para no mirar la realidad a la cara. El olvido de la realidad y, por tanto, la negligencia culpable del mundo existente es el gran crimen. Cree el autor que, entonces, la creencia entra en conflicto con la inmanencia. Entonces, el ateísmo reconcilia con la tierra, el otro nombre de la vida. Mi conclusión de “sentido comùn”
  8. Es un panorama trágico, incoherente, irracional y equívoco. Pero, también en conflicto con todo el ser mismo del hombre: único animal que no ríe, porque piensa y se pregunta algo muy elemental y comprometido: “El Todo qué es? De dónde viene? A dónde va? Cómo se explica? Cómo yo me explico en el Todo? A esto voy a dedicar un libro en respuesta a Michel Onfray y a su confesión de religión atea que, él, llama ‘A-teología’.

Jaume González-Agàpito

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