DIETRICH BONHOEFFER 4

  1. A partir de la constatación empírica de la mayorÍa de edad del mundo, Bonhoeffer lo interpreta teológicamente en clave antropológica y en clave cristológica. Nos invita a una nueva comprensión arraigada en una cristología de oblación, del ser humano y de Dios:

“No podemos ser honestos sin reconocer que es necesario que vivamos en el mundo “etsi Deus non daretur”. […]. Llegados a la mayoría de edad, debemos reconocer de forma más verdadera nuestra situación ante Dios. Dios nos hace saber que es necesario que vivamos como seres humanos que pueden vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es el que nos abandona (Mc 15,34)! El Dios que nos deja vivir en el mundo sin la hipótesis de trabajo “Dios” es aquél con el que estamos constantemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios se deja desalojar del mundo y clavar en cruz. Dios es impotente y débil en el mundo y está con nosotros y nos ayuda […] He aquí la diferencia decisiva con todas las demás religiones. La religiosidad del ser humano lo remite, en su miseria, al poder de Dios sobre el mundo: Dios es el dios “ex cátedra” La Biblia lo remite al sufrimiento y a la debilidad de Dios. Solo el Dios que sufre puede ayudar. En este sentido, se puede decir que la evolución del mundo hacia la edad adulta, haciendo tabla rasa de una falsa imagen de Dios, libera la mirada del ser humano para dirigirla hacia el Dios de la Biblia, que adquiere su poder y su lugar en el mundo por su impotencia”.

El argumento cristoiógico es el de la redención en la pasión y crucifixión de de Cristo. Dios ya no es el manantial “ex machina” pretendidamente todopoderoso, hecho a medida de nuestras concepciones del poder, al que se puede apelar cuando uno está escaso de soluciones, sino que el Dios de la Revelación es lo que nos abandona, lo que nos salva por su bajamiento y su impotencia en este mundo. Éste es el Dios revelado, el Dios que ninguna sabiduría humana, ninguna religión, se ha atrevido a proponer. Ésta es la radicalización critológica operada por el último Bonhoeffer.

“Pero hay una exigencia ética fruto de esta visón cristológica: Dios nos hace saber que tenemos que vivir como seres humanos que llegan a vivir sin Dios. El Dios que está con nosotros es el que nos abandona. El Dios que nos deja vivir en el mundo sin la hipótesis de trabajo Dios, es aquél ante el que estamos constantemente”.

Es muy curiosa, en esta cristología del ‘abajamiento’ de Dios hasta casi la inutilidad pràctica en el mundo esta última afirmación que coincide con la de Pablo en el Areópago. Ni el cristianismo se convierte en ateísmo ni el ateísmo en cristianismo. Es la experiencia del ateísmo del mundo, llegado a su mayoría de edad, la que consigue lo que la Revelación cristiana tiene de unico y que acontece en la cruz: es en la experiencia del abajamiento de Dios como el ser humano se deja tomar por Dios.

Vivir en el mundo, con la hipótesis “etsi Deus non daretur”, o sea, “como si Dios no estuviera” no ignifica, “como si Dios no existiera”, sino que Dios no puede ya ser presupuesto, precisamente en un mundo que ha alcanzado la mayoría de edad y que es arreligioso, para el que la hipótesis de Dios resulta, en adelante, superflua.

Mons. Jaume González-Agàpito

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.