Error de encuadrar a Jesús de Nazaret en el judaísmo posterior a la conquista de Jerusalén

Jesús de Nazaret es la figura central en el cristianismo, pero su relación con el judaísmo posterior a la conquista de Jerusalén (70 d.C.) es compleja y ha sido objeto de debate en la teología, en la historia de las religiones y en la historiografía. Es difícil encuadrar a Jesús dentro del judaísmo posterior a la destrucción del Segundo Templo.

  1. Contexto histórico y religioso: Jesús vivió y predicó en el siglo I, en un contexto judío dominado por el llamado “Segundo Templo”, instaurado en el retorno del exilo babilónico y potenciado, arquitectónica e institucionalmente por Herodes el Grande.
    Su mensaje y prácticas estaban profundamente arraigados en las tradiciones y expectativas mesiánicas del judaísmo de su época, el Evangelio según Mateo es una prueba de ello.
    Sin embargo, después de la destrucción del Templo en el año 70 d.C., el judaísmo experimentó una transformación radical, centrándose más en la Torah, en la llamada “ley oral”y en la sinagoga como institución central. Este cambio hizo que las enseñanzas de Jesús, que a menudo criticaban las ciertas interpretaciones farisaicas de la ley, fueran vistas como divergentes o incluso heréticas por el judaísmo rabínico emergente.
  2. Separación entre judaísmo y cristianismo: Después de la muerte de Jesús, sus seguidores comenzaron a proclamarlo como el Mesías y el Hijo de Dios, lo que llevó a una creciente separación entre los judíos que lo aceptaban como tal (los primeros cristianos) y aquellos que no. Este proceso se aceleró después de la destrucción del Templo, cuando el judaísmo rabínico y el cristianismo comenzaron a desarrollarse como confesiones distintas.
    El cristianismo, con su enfoque en la divinidad de Jesús y su misión universal, se distanció cada vez más del judaísmo, que se centró en la observancia de la ley y la identidad étnica.
  3. Interpretación de las Escrituras: Jesús interpretó las Escrituras hebreas que, de alguna manera y a menudo, chocaba con las interpretaciones rabínicas. Por ejemplo, su enfoque en el amor y la misericordia sobre el legalismo estricto, y su afirmación de ser él mismo el cumplimiento de las profecías mesiánicas, no encajaban fácilmente en el marco del judaísmo rabínico, que enfatizaba la halajá (ley judía) y la tradición oral.
  4. Rechazo de la autoridad rabínica: Después de la destrucción del Templo, los rabinos emergieron como los líderes espirituales del judaísmo. Sin embargo, las enseñanzas de Jesús, que a menudo cuestionaban la autoridad de los líderes religiosos de su tiempo, no podían ser reconciliadas con la autoridad rabínica que se consolidó en el judaísmo posterior.
  5. Desarrollo teológico cristiano: A medida que el cristianismo se expandió más allá de las comunidades judías, desarrolló una teología que enfatizaba la divinidad de Jesús, la Trinidad y la salvación a través de la fe en Cristo. Estas doctrinas eran incompatibles con el “monoteísmo estricto” y la énfasis en la ley que caracterizaban al judaísmo rabínico.

En resumen, Jesús de Nazaret es difícil de encuadrar en el judaísmo posterior a la conquista de Jerusalén porque su vida y enseñanzas pertenecen a un contexto histórico y religioso anterior a la destrucción del Templo, y porque el cristianismo y el judaísmo rabínico siguieron caminos divergentes después de este evento. Esto es importante que lo tengan en cuenta los historiadores de los orígenes del cristianismo en algunos de los cuales el judaísmo en tuempis de Jesús ya aparece igual que el pisterior al año 70, “ante eventu”.

Mons. Jaume Gonzàlez-Agàpito

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