TARDE DE ORACIÓN EN SAN PEDRO DEL VATICANO

  1. Tres días en Roma. Tarde en la Basílica de San Pedro. Cuántos recuerdos. Cuántos proyectos. Cuántos amigos, vivos y muertos.
  2. Aquí están los cuerpos de tres Papas, que yo conocí. Ya son santos canonizados. Los tres amaron a Cristo y a su Iglesia santa.
    Dos hicieron pisible el II Concilio Vaticano.
    Los tres quisieron reformar la Iglesia y hacerla un canal eficaz de la gracia divina.
  3. Mi plegaria, ante el Señor Jesús expuesto en la custodia, es algo larga y sentida.
    Doy gracias a Dios por su inmensa gloria.
    Bendigo a Dios que mucho me ha amado.
    Ese Dios escondido, en el divino Logos en verdad revelado.
    Ese Dios grande y omnipotente que a mí me ha enamorado.
    Ese Dios transcendente que, en el tiempo, su Hijo nos ha dado.
    Tiempo fugaz y eternidad cierta: amor y donación completa.
  4. Hoy y ahora, es tiempo de Dios en una vida añeja.
    Hay que perdonar aunque seas tenido por un imbécil.
    Hay que aprender y estudiar, aunque te cierre la boca la ignorancia irracional e imprudente.
    Hay que amar a Dios, aunque te tengan por un estúpido pedante.
    Hay que servir a la Iglesia aunque te declaren sospechoso de herejía los neo-pelagianos.
    Hay que dar y dar a los pobres, aunque mueras arruinado de dinero real y de aprecio social.
  5. Esa Iglesia, aquí, en Roma, con apariencia bonita y potente, ha traicionado a Dios?
    O soy yo, que por más que quiero amar al prójimo, ya me he convertido en un cura viejo, burgués y algo desgraciado?

Jaume González-Agàpito

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