TARDE DE ORACIÓN EN SAN PEDRO DEL VATICANO
- Tres dÃas en Roma. Tarde en la BasÃlica de San Pedro. Cuántos recuerdos. Cuántos proyectos. Cuántos amigos, vivos y muertos.
- Aquà están los cuerpos de tres Papas, que yo conocÃ. Ya son santos canonizados. Los tres amaron a Cristo y a su Iglesia santa.
Dos hicieron pisible el II Concilio Vaticano.
Los tres quisieron reformar la Iglesia y hacerla un canal eficaz de la gracia divina. - Mi plegaria, ante el Señor Jesús expuesto en la custodia, es algo larga y sentida.
Doy gracias a Dios por su inmensa gloria.
Bendigo a Dios que mucho me ha amado.
Ese Dios escondido, en el divino Logos en verdad revelado.
Ese Dios grande y omnipotente que a mà me ha enamorado.
Ese Dios transcendente que, en el tiempo, su Hijo nos ha dado.
Tiempo fugaz y eternidad cierta: amor y donación completa. - Hoy y ahora, es tiempo de Dios en una vida añeja.
Hay que perdonar aunque seas tenido por un imbécil.
Hay que aprender y estudiar, aunque te cierre la boca la ignorancia irracional e imprudente.
Hay que amar a Dios, aunque te tengan por un estúpido pedante.
Hay que servir a la Iglesia aunque te declaren sospechoso de herejÃa los neo-pelagianos.
Hay que dar y dar a los pobres, aunque mueras arruinado de dinero real y de aprecio social. - Esa Iglesia, aquÃ, en Roma, con apariencia bonita y potente, ha traicionado a Dios?
O soy yo, que por más que quiero amar al prójimo, ya me he convertido en un cura viejo, burgués y algo desgraciado?
Jaume González-Agà pito